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Tema: No Me Olvides (GaaMatsu) Capitulo 1 Dom Dic 04 2011, 07:41
Bueno, como la mayoría de mis fics ya llevan muchos capítulos, aquí les dejo etro en el que me encuentro trabajando, es un GaaMatsu, pero también están las demás parejas, espero que les guste ^^
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Prólogo:
Él estaba llorando mientras escondía su rostro entre las rodillas, dejando que sólo pudiese apreciarse su cabello rojizo. Parecía desconsolado, como si nada pudiera animarlo, fue por eso que la niña se le había acercado, no le gustaba ver a la gente triste.
Cuando le habló, el pequeño trató de ignorarla, pero bastaron un par de veces que ella le insistió para que alzara la mirada, dejando ver sus hermosos ojos aguamarina.
—¿Cómo dices que te llamas? –preguntó sonriente. Su cabello castaño llegaba hasta un poco más arriba de sus hombros y sus grandes y expresivos ojos negros observaban a ese niño con dulzura, porque así era ella, cada vez que veía a alguien triste tenía la manía de querer consolarle.
—S-soy Gaara – respondió el pequeño pelirrojo, con las mejillas rojas por el llanto, pero también la niña había provocado que el sonrojo en sus mejillas aumentara, ya que –según la experiencia de su corta edad– jamás había visto a una niña con una sonrisa tan hermosa como esa, ni unos ojos tan grandes y brillantes.
—¿Y por que lloras, Gaara-kun?
—P-porque… mi perrito… escapó de casa –respondió el niño. Estaba apoyado contra un árbol, escondido bajo su sombra, porque no quería que nadie le viera, pero aún así ella lo había encontrado.
La pequeña se sentó a su lado y le tomó de la mano, haciendo que él se avergonzara.
—Estoy segura de que él regresará, sólo ten confianza, no te pongas así –dijo de manera amable, sonriéndole más ampliamente —. ¿Qué te parece si vamos a jugar?
—Bueno, pero… ¿Cuál es tu nombre? –preguntó Gaara confundido, pues lo primero que hizo ella fue preguntarle su nombre y él ni siquiera conocía el suyo, además le interesaba mucho, era una niña adorable.
—Me llamo Matsuri –la sonrisa de esa niña llamada Matsuri, llenó por completo de luz el corazón del pequeño Gaara. Ella era mucho más bajita que él, se notaba tan menudita y débil, sin embargo no le tenía miedo en lo absoluto, como sí lo hacían los demás niños del parque. Todos le llamaban demonio, decían que era un monstruo y no querían jugar con él, nadie le consolaba cuando estaba triste, pero ella había sido diferente.
A partir de ese momento nada sería lo mismo.
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Cuatro años después…
—¡Gaara-kun! –gritó Matsuri llamando a su amigo. Él le estaba persiguiendo mientras ella trataba de huir de él, jugando a que él la atrapara. Hoy era un día muy especial, habían pasado cuatro años desde que se conocieron.
—¡Te atrapé! –exclamó Gaara, tomando a su amiga por la cintura, para caer juntos al césped del parque en donde se habían conocido. Ahora tenían diez años cada uno y se llevaban muy bien, les gustaba mucho estar juntos, pues era como si sus vidas hubiesen sido hechas para eso; estar siempre juntos.
—Gaara-kun, eres un tramposo –se quejó Matsuri mientras trataba de ponerse de pie, pero el pelirrojo se lo impidió haciéndole cosquillas —. ¡No hagas eso! –protestó.
—No seas rezongona Matsuri-chan, perdiste –decía Gaara. No iba a parar hasta que ella aceptara que había perdido el juego, siempre era muy testaruda —. Vamos, di que yo gané.
—De acuerdo jaja, pero detente –rogó la chica soltando algunas lágrimas por tanta risa. Gaara se detuvo y por fin la dejó ponerse de pie. Ambos rieron un rato más, verdaderamente estar juntos les llenaba de dicha.
El pequeño Gaara se perdía siempre en la sonrisa dulce de su amiga, no podía evitar mirarla como si fuese la cosa más hermosa e interesante del mundo, a pesar de sólo tener diez años, sentía que aquel sentimiento era al que los adultos llamaban amor.
—¿Te pasa algo, Gaara-kun? –le preguntó la castaña parando de reír, ya que su amigo no la dejaba de mirar y sinceramente la estaba poniendo algo nerviosa.
Él por su parte, se dio cuenta de este hecho y se sonrojó por completo, desviando la mirada hacia uno de sus costados y frunciendo el ceño.
—No me pasa nada, tonta –le insultó.
—¡Tonto serás tú! –le gritó la niña, para luego tirársele encima y atacarlo con cosquillas hasta que él le rogó que se detuviera.
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Los días pasaban con normalidad, hasta que aquel día llegó, cuando Gaara recibió la peor noticia que pudo recibir; se tenían que ir lejos de la ciudad.
Al principio lo tomó muy mal, incluso se enfadó como nunca con sus padres, pero pasados unos días había comprendido que no siempre se podía hacer su voluntad. Sus hermanos también serían alejados de sus amigos y aún así ellos no se estaban quejando, fue por eso que lo terminó aceptando, asimilando que debía dejar a su amiga ahí.
Decidió que hablaría con ella en el parque para despedirse, a pesar de que ella era su mejor amiga, nadie de su familia la conocía, a veces Temari o Kankuro, cuando lo acompañaban al parque, los veían jugar juntos, pero sólo él hablaba con ella, por eso sentía que sería más difícil decirle adiós.
—Matsuri-chan… mis papás me han dado una mala noticia –dijo el chico cabizbajo. La castaña lo miró confundida, no entendía que clase de noticia lo podía poner así de triste, eso no le gustaba en lo más mínimo, odiaba ver triste a Gaara.
—¿Qué sucede?
Él bajó la mirada, sin saber como comenzar, pero decidió decirlo de forma directa.
—En dos días nos vamos de la ciudad… lo siento mucho… –el pequeño Gaara se sentía realmente triste porque ya no vería más a su querida amiga. Ella se sentía igual. Durante estos cuatro años jamás se había llevado tan bien con una persona como lo hacía con Gaara y ahora que él se iba la vida iba a ser muy triste sin él.
—Te extrañaré Gaara-kun… –dijo la niña comenzando a llorar, sin poder creer que ya no le vería nunca más, mientras se abrazaba con fuerza a su amigo.
—Te prometo que seguiremos en contacto, tú siempre serás mi mejor amiga Matsuri-chan –aseguró el pelirrojo, abrazando más fuerte a la desdichada niña.
Pasado un rato, su hermana mayor apareció para recogerlo.
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El día en que se despidieron fue angustioso para ambos. Gaara iba en el auto de sus padres, junto a sus dos hermanos mayores y Matsuri se despidió de él desde la ventana de su casa cuando lo vio pasar, pues aunque no eran vecinos vivían relativamente cerca y para salir del barrio había que pasar por fuera del hogar de ella.
Ya no se verían jamás, esa había sido su despedida, al menos hasta que tuvieran la edad para viajar por sí solos. Entonces, tal vez habría una esperanza de verse una vez más.
—Te prometo que jamás te olvidaré… Matsuri-chan –esas fueron las palabras que Gaara le había dicho al final, sin embargo, en ese momento no sabía que no sería capaz de cumplir esa promesa, porque sí, las cosas no siempre son como uno las planea.
—Por favor, Gaara-kun… no me olvides… –rogó la pequeña Matsuri, que extrañamente sentía una opresión en su pecho, como si algo malo fuese a suceder, pero en el fondo tenía la esperanza de volver a verle otra vez, de volver a tenerlo frente a ella.
Algún día…
Bueno, si quieren saber que va a suceder, han de estar muy atentos a la conti xD
Última edición por Selene-chan el Jue Ene 05 2012, 15:27, editado 1 vez
A luz de luna le gusta esta publicaciòn
lavida13 Nivel 8
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Tema: Re: No Me Olvides (GaaMatsu) Capitulo 1 Lun Dic 05 2011, 09:59
[i]muy bueno el capitulo kiero conti *o* waa pobre arra y matsu u.u ya no se veran kiero ver que pasa xq va aa pasar al go malo y antes del tiempo dios o.o kiero conti ya nos leemos muy pronto bayy ^^[i]
GaAmAtSu Nivel 7
Cantidad de envíos : 261 Edad : 30 Fecha de inscripción : 29/11/2011
Tema: Re: No Me Olvides (GaaMatsu) Capitulo 1 Vie Dic 16 2011, 12:45
selene muy buena tu fix pero eh leido todos pero jamas los terminas me encantaria q esta x lo menos lo termines
Selene-chan Nivel 6
Cantidad de envíos : 213 Edad : 33 Localización : En mi casa Fecha de inscripción : 21/04/2010
Tema: Re: No Me Olvides (GaaMatsu) Capitulo 1 Jue Ene 05 2012, 15:26
He aqui el primer capítulo, espero que lo disfruten ^^
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Capítulo 1: Nuestra promesa
Ring… Ring…
—Ese estúpido despertador –se quejó la chica mientras abría sus ojos pesadamente, sin ánimos de nada. Hoy era que comenzaba el segundo año de preparatoria, pero no estaba muy animada del todo pues odiaba levantarse temprano.
—¡Matsuri, vas a llegar tarde a la escuela! –le gritó su madre desde el primer piso. Matsuri le dio un manotazo al despertador para callarlo y éste se apagó al instante.
—¡Ya lo sé! –respondió la chica con fastidio. Había estado soñando otra vez con su querido amigo de la infancia. Constantemente le sucedía, pero no se explicaba por qué esos sueños se hacían cada vez más persistentes. Se veía jugando con él en el parque, corriendo juntos, disfrutando de su niñez. Pero ya desde hace seis años no había vuelto a saber nada más de él, desde el día en que se fue con su familia de la ciudad.
—Gaara-kun… –susurró con tristeza, sintiendo en su interior cuanto lo extrañaba, a pesar de haber sido sólo unos niños, él era su mejor amigo —. ¿Por qué jamás volví a saber de ti? ¿Te olvidaste de mí?
Cada vez que se hacía esa pregunta era como lanzar una frase al aire, porque nunca obtenía una respuesta, a pesar de lo mucho que lo deseara, siempre se quedaba con la duda de lo que había pasado y el vacío que había en su interior crecía día a día, hasta hacerse insoportable.
—¡Matsuri! –volvió a llamarla su madre. La castaña dio un salto en su cama y fue a parar al suelo, su madre a veces podía ser una completa histérica y eso le atemorizaba.
Se levantó lo más rápido que pudo y se dio una ducha apurada. Luego se puso su uniforme escolar, el cual consistía en una blusa blanca, una falda tableada de color gris, bastante corta, unas medias largas un poco más arriba de las rodillas de color negro y unos zapatos del mismo color. Matsuri sin embargo le daba su propio estilo a su uniforme, subiéndose las mangas hasta los codos y dejando la blusa abierta en los botones de arriba. No se ponía la corbata, pues le molestaba.
Después de peinarse y arreglarse un poco frente al espejo, bajó a desayunar.
Su madre estaba sentada viendo la televisión, mientras que su padre sólo leía el diario en silencio.
—Buenos días mamá y papá –saludó contenta la castaña. Sus padres la miraron.
—Buenos días hija –dijo el padre de la chica, para volver a su lectura luego, pero su madre no le quitaba la vista de encima.
—¿Qué es esa forma de llevar el uniforme Matsuri? Debes usarlo correctamente como una dama –la regañó la mujer de larga cabellera castaña y ojos marrones. Matsuri hizo una especie de puchero.
—No mamá, a mí me gusta así, además en la escuela no me dicen nada –aseguró ella. Su madre sólo suspiró, sabía que era imposible que su hija fuese de forma decente a la escuela y no estaba dispuesta a armar una pelea, así que sólo lo dejaría pasar.
—Bueno, desayuna rápido para que tu padre te lleve.
—¿Me vas a llevar hoy papá? –preguntó Matsuri sorprendida y es que generalmente su padre siempre estaba trabajando y jamás tenía tiempo para ella. Ryu Koyama, miró a su hija con una sonrisa y asintió con la cabeza.
—Es tu primer día, al menos hoy quiero ser un buen padre.
Matsuri sonrió contenta ante esta respuesta y luego asintió muy animada, para comer rápidamente su desayuno.
Hoy sería un día especial y lo presentía desde el momento en que se había levantado, algo iba a suceder, estaba segura.
—¡Date prisa papá! –gritaba mientras corría hacia la salida de su domicilio. Miró hacia la casa vecina, notando que frente a ella se paraba un camión de la mudanza.
Hace algunas semanas los dos ancianos que vivían ahí se habían marchado, dejando la casa en venta, seguramente ya tenía nuevos dueños, pero eso no le importaba demasiado. Ella estaba feliz porque su padre la llevaría a la escuela, porque vería de nuevo a sus amigas, siempre le emocionaba regresar a la escuela –luego de haber despertado completamente–, era un poco extraño para sus amigos pero ella era feliz así.
—Espérame Matsuri –decía Ryu viendo como su hija subía al auto apurada. Ella era un ser muy alegre, que contagiaba con su dulzura a todo el mundo, era su hija querida, la luz de sus ojos, aquellos negros ojos que eran iguales a los de ella. También se fijó en el camión de la mudanza y en el segundo auto que se detuvo en ese momento, de donde bajaban unas cuantas personas.
Llegó hasta el auto y subió al asiento del piloto.
—Tal parece que tendremos vecinos nuevos –comentó a su hija, la que asintió con la cabeza.
—Sí, espero que sean buena gente, los ancianitos eran bastante gruñones –dijo soltando una risita. Su padre la acompañó con otra sonrisa, mientras encendía el motor.
Cuando el auto comenzaba a moverse, de pronto Matsuri sintió como su pecho se apretaba de forma anormal, haciendo que tuviera la tentación de mirar hacia atrás. Pudo observar a un joven, un chico que parecía de su edad, que tenía el cabello rojizo y alborotado y por alguna razón sintió que su corazón latía muy fuerte, no sabía cuanto, ni por qué.
El auto partió y no alcanzó siquiera a verle el rostro, sin embargo se sentía muy inquieta. ¿Quién era él?
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Al llegar a la escuela se despidió de su padre y corrió a toda velocidad hacia el tablón de anuncios para saber cual sería su aula, ya que con el nuevo año comenzaban los cambios de salones. Por suerte seguía con sus tres amigas y eso la hacía muy feliz.
Se dirigió al salón 2-B y observó a todos los que estaban ahí. Entre las chicas, pudo distinguir a una joven de larga cabellera azulada y ojos color perla, como dos lunas llenas. Ella le sonrió dulcemente, con su típico carácter amable y comprensivo, y haciendo un gesto con su mano la invitó a acercarse.
—¡Buenos días Matsuri-chan! –la llamó la joven. Matsuri se acercó sonriente hacia su amiga.
—Hola Hinata-chan, que bueno que nos tocara juntas este año también –dijo la castaña con verdadera alegría. Hinata era su mejor amiga desde hace como cuatro años y desde entonces no se separaban, aunque la ojiperla era de un nivel social más alto y la verdad no entendía por que estaba en un colegio como ése, pudiendo pagar uno mucho más caro como en el que iba su hermana menor, pero Hinata decía que era porque los colegios privados no le gustaban.
—Siéntate para hablar un rato –dijo Hinata. Matsuri le hizo caso sentándose en el puesto vacío junto a ella —. ¿Cómo te fue en tus vacaciones?
—Ah, ya sabes, todo normal, viaje a casa de los abuelos y luego de regreso a Tokio, la verdad no hubo nada interesante hasta hoy que llegaron unos vecinos nuevos –respondió Matsuri con desinterés.
—¿Ah si? ¿Y que vecinos nuevos son esos? ¿Acaso un chico guapo? –ante esta pregunta Matsuri se sonrojó. Se puso a pensar en aquel muchacho que apenas había podido ver. Ciertamente no lo notó bien, pero le pareció bastante atractivo.
—Pues no sé, aún no los he visto –dijo algo nerviosa, omitiendo el detalle de ese chico. En eso se les acercó una chica peli rosa de ojos color jade y que sonreía muy animadamente.
—Chicas, que bien que este año nos tocó juntas otra vez –dijo sonriendo ampliamente. Las dos aludidas se levantaron y le dieron un cálido abrazo a la recién llegada.
—Que bien Sakura-chan, otro año más juntas –dijo Hinata con alegría. Matsuri no dijo nada pues las palabras ya habían sido pronunciadas por su amiga, así que las tres simplemente se sentaron juntas.
—Y bueno ¿De que hablaban? ¿Acaso comentaban sobre sus novios?
Ante la pregunta de Sakura, tanto Hinata como Matsuri se sonrojaron como un tomate. Ninguna de las dos había tenido nunca un novio y ni siquiera habían dado un beso en sus vidas, por eso les avergonzaba hablar del tema, aún eran demasiado inocentes. Una historia diferente era con Sakura, que desde hace cinco meses era la novia del chico más popular de la escuela y mejor amigo del amor imposible de Hinata.
—Sabes que ninguna tiene novio –dijo Matsuri aún algo sonrojada. Sakura sólo sonrió.
—Vamos ¿Cómo es posible que dos chicas tan lindas no tengan con quien salir? No puede ser –decía la peli rosa cruzándose de brazos y cerrando sus ojos, mientras hacía constantes negaciones con su cabeza. Las otras dos sólo le miraban.
—B-bueno… a mí me invitó a salir Kiba-kun –confesó Hinata mientras un leve y adorable rubor cubría sus mejillas. Hinata era una persona dulce y tímida, pero era agradable estar con ella y la mayoría del tiempo tenía muy buenos consejos, aunque la consejera del grupo era Sakura pues ella tenía más experiencia que sus amigas.
Sakura y Matsuri se sorprendieron y se acercaron a Hinata, mirándola de forma inquisidora, lo que puso algo nerviosa a la ojiperla.
—¿Y tú que le dijiste? –interrogó rápidamente la peli rosa, mas Hinata sólo negó con la cabeza.
—Le dije que no, es que… –bajó la mirada mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios —. Saben que a mí me gusta alguien, y no podría salir con otro chico mientras sienta esto por él.
—Sí, Naruto –habló Sakura haciendo que la ojiperla asintiera con la cabeza —. A propósito de Naruto ¿Observaron la lista de varones de nuestra clase?
—No, para nada –respondió Matsuri –quien sólo vio el número de su clase y entró– y Hinata negó con la cabeza.
—Bueno Hinata, entonces te va a agradar saber que… –Sakura estuvo a punto de hablar, pero antes de terminar su frase notó como los ojos de Hinata se desviaban hacia la puerta y su rostro volvía a tomar el tono carmesí, pero esta vez era mucho más intenso.
—¡Que bien, otro año juntos Sasuke-teme! –gritó cierto chico rubio que acababa de entrar. Sus ojos azules demostraban alegría, mientras su sonrisa sólo delataba a una persona feliz de vivir la vida, a pesar de no ser así del todo.
A su lado un joven de cabello negro azabache y ojos del mismo color bufó molesto mientras dejaba su bolso sobre el escritorio. Era alto y su piel era blanca, como de porcelana, diferente de la de su amigo pues su tono era mucho más tostado.
—Es un fastidio, parece que nunca me libraré de ti Naruto –rezongó Sasuke mientras soltaba un suspiro. Naruto era su mejor amigo y lo apreciaba, pero estar con él en el mismo salón otra vez, era realmente desesperante, pues Naruto era demasiado híper-activo para su gusto.
Sakura sonrió con alegría al ver al azabache y saltó a sus brazos, sorprendiéndolo.
—Que bueno que estés aquí Sasuke-kun –dijo animada. Sasuke sólo la rodeó por la cintura, abrazándola más fuerte.
—Este año estaremos en el mismo salón al parecer –le dijo con una leve sonrisa, mientras algunas chicas del aula veían con envidia a la peli rosa. No era fácil ser la novia del chico más popular de la escuela y eso Sakura lo sabía muy bien, pero ya estaba más que acostumbrada a todas esas miradas de odio hacia su persona, así que no le importaba mucho.
Mientras Sasuke y Sakura estaban de melosos, Naruto aprovechó para acercarse a las otras dos chicas que hablaban animadamente, aunque pudo notar que Hinata se ponía rígida al verlo acercarse, lo cual aún no terminaba de entender.
—Hola chicas –las saludó a ambas con una sonrisa. Hinata desvió la mirada apenada y Matsuri le sonrió.
—Buenos días Naruto-san –lo saludó la castaña, ya que sabía que su amiga ojiperla no sería capaz de hacerlo jamás.
Naruto no esperó a que Hinata le saludara, por algún motivo ella jamás le hablaba. ¿Sería que no lo soportaba? Seguro era eso, por ser demasiado escandaloso una chica tan tranquila y refinada como Hinata lo odiaba, porque él era todo lo opuesto a ella.
Ante ése pensamiento se desanimó un poco y decidió que lo mejor era sentarse, pues le daba tristeza pensar en que Hinata lo odiaba.
—Hey, hola chicas –dijo una joven que acababa de entrar, tenía el cabello largo hasta la cintura, de color castaño y sus ojos eran de un color gris. Matsuri y Hinata le sonrieron, pero Sakura no, pues seguía ocupada con su novio.
—Buenos días Sari –le dijo Matsuri alegremente, ahí estaba Sari, su tercera mejor amiga, aunque por alguna razón Sari siempre era la más distante de todas.
Después de que entraran algunos más, el profesor llegó y dio inicio a la clase.
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—Por favor, deja de comportarte de esa forma –le decía con desesperación una mujer de cabello castaño a un joven de cabellera rojiza. El chico de piel blanca y ojos color aguamarina desvió la mirada con fastidio, metiendo las manos a los bolsillos de su pantalón mientras sus dos hermanos mayores le veían con desaprobación.
—Gaara, hazle caso a mamá por una vez –le dijo una chica de cabellera rubia, tomada en cuatro coletas y que tenía ojos azules, la cual se notaba que tenía bastante carácter, pero al oírla, Gaara sólo desvió la mirada.
—No quiero ir a ese colegio y punto –repitió enfadado el pelirrojo, hablando en un tono bastante desdeñoso y rabioso. Lucía muy molesto y no parecía querer cambiar de actitud—. No me apetece ir a la escuela, ya dije que quería salirme y trabajar.
—¡De ninguna manera! –le gritó su madre algo alterada y mirándolo fijamente —. ¡Ningún hijo mío trabajará a los dieciséis y dejará la escuela! -terminó —. Ya estás inscrito así que mañana empiezas, y por favor no hagas que te expulsen otra vez –dijo poniendo una expresión preocupada, porque estaba cansada del comportamiento del menor de sus hijos, de que siempre se metiera en problemas como si fuera un vago de la calle, alguien sin hogar y sin principios, él antes no era así y no sabía como cambiarlo.
—Maldita bruja –masculló Gaara en voz baja, luego de lo cual se dio la vuelta y dando un enorme portazo salió de la casa.
—Tranquila mamá –dijo un joven castaño, de aspecto bastante parecido a Gaara pero mayor y con los ojos de color castaño también. Se acercó a su madre de manera comprensiva, tratando de consolarla, porque ella siempre terminaba mal cada vez que se peleaba con su hijo menor —. Gaara aún está enfadado por todo esto del cambio y ya sabes como es, no te preocupes que pronto se adaptará.
—Kankuro… –la mujer le miró con tristeza, bajando la cabeza a los segundos después —. Tu hermano nunca volverá a ser el mismo ¿Cierto? Gaara no será el niño alegre y tierno que solía ser… –una lágrima rodó por su mejilla, acompañando la tristeza que ahora sentía por ver a ese ser tan importante para ella convertido en alguien a quién no le importaba nada, que no quería nada en la vida, que sólo pensaba en buscarse problemas una y otra vez.
—Mamá… Gaara sólo necesita tiempo –dijo esta vez la rubia, abrazando a su madre con ternura. Sabía que ni ella ni Kankuro podrían ser capaces de consolarla, lo único que podía quitarle su dolor era que Gaara volviera a ser el de antes, sólo por eso habían regresado a Tokio.
—Temari –dijo la mujer correspondiendo el abrazo de su hija. Kankuro sólo se les quedó viendo y luego miró hacia la puerta. Quería ayudar de verdad a su hermano, pero sabía que no había forma, Gaara no sería jamás el mismo si no se dejaba ayudar por quienes lo rodeaban.
—Hermano… ¿Cómo podemos ayudarte? –pensó con preocupación.
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—¡Maldita sea! –gritó golpeando un poste de luz con su puño cerrado, tenía tanta rabia que no le importaba que la gente lo observara, él estaba en su propio universo, en donde podía hacer lo que quisiera —. Odio este lugar, no me gusta para nada… –volvió a golpear el poste de luz, pero con menos fuerza —. Aunque me digan que estando aquí lograré recordar algo… nunca… nunca recuperaré la memoria…
Gaara siguió caminando en silencio, estaba molesto porque sus padres hubiesen insistido en traerle de regreso a Tokio. Los doctores le dijeron que si estaba en el lugar donde creció la mayor parte de su niñez, donde había nacido, tal vez sus recuerdos volverían, pero estaba seguro de que eso no pasaría, pues nada funcionaba, nada era suficiente para que su mente se sanara, era como si todo estuviera guardado tras un cajón bajo llave… y esa llave estaba perdida.
Cuando tenía diez años sufrió un accidente y perdió la memoria para siempre, al menos eso dijeron los médicos y por más tratamientos que se había hecho, nada pasaba, ni un solo recuerdo venía a él. Por alguna razón necesitaba con desesperación recuperar esas memorias, porque sentía muy dentro de él que había algo importante en ellas, pero simplemente no podía recordar nada, absolutamente nada.
Intentó mirar los lugares en donde estaba, reconocer aunque sea una casa, un edificio, pero nada. Su mente seguía en blanco.
—Jamás… nunca recordaré eso tan importante… –susurró golpeando una vez más el poste, mientras en su mente se dibujaba la imagen de una niña, una pequeña niña que le sonreía dulcemente. ¿Pero quien era esa niña?
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—Las clases han estado aburridas como siempre ¿No crees Hinata-chan? –preguntaba Matsuri mientras ella y su amiga salían de la escuela solas, pues Sari dijo que tenía cosas que hacer y Sakura se había ido a casa con Sasuke —. ¿Hinata-chan? –volvió a llamarla la castaña, ya que su amiga parecía muy distraída.
—¿Eh? ¿Qué pasa Matsuri-chan? –preguntó Hinata con una sonrisa algo nerviosa. Matsuri la miró y suspiró hondamente.
—Tienes que calmarte, comprendo que te sientas extraña con Naruto-san en la misma clase que nosotras, pero no deberías ignorarlo todo el tiempo, deberías hablar con él –le aconsejó, pero su amiga rápidamente negó con la cabeza, para ella eso era demasiado y Matsuri lo sabía, aunque no podía comprenderlo.
—No puedo hacerlo, lo veo y mi cuerpo tiembla por completo –refutó la ojiperla bajando la mirada con tristeza, con vergüenza de ser como era —. Seguro que él piensa que yo soy una tonta, nunca se fijaría en mí, Naruto-kun jamás me hará caso…
—No digas eso… –le dijo Matsuri, sintiéndose algo triste por su amiga. Ella jamás se había enamorado, no sabía lo que se sentía cuando se quería a alguien, lo más cerca que experimentó ese sentimiento fue con su amigo de la infancia, pero a él no lo volvió a ver jamás y a estas alturas estaba segura de que nunca lo vería de nuevo, una parte de sí aún dolía al darse cuenta de que él nunca cumplió su promesa de no olvidarla. A veces sentía deseos de enamorarse, de amar a una persona tan intensamente hasta llegar al punto de darlo todo por él, de que él lo diera todo por ella, ¿pero acaso el amor de ese tipo era posible?
Lo único que conocía sobre el amor era por sus dos amigas, una que estaba enamorada y feliz con su novio, mientras que la otra sufría en silencio por no atreverse a confesarse. De Sari no tenía idea, ella, a pesar de salir con algunos chicos, jamás decía algo como estar enamorada, al parecer nunca le había pasado tampoco y ahí tenían algo en común.
—Me pregunto… ¿Podré enamorarme algún día? –pensó mirando hacia el cielo. Justo en ese momento se apareció la limusina de Hinata, la ojiperla le miró con una sonrisa y se fue junto a su primo Neji y Tenten, la novia de él, ellos dos iban a un grado más adelantado que ellas pues eran un año mayores, por eso Matsuri no los conocía demasiado.
—Bueno… –la chica suspiró mientras caminaba de regreso a casa. Se tendría que ir caminando porque seguramente su padre trabajaría hasta tarde, así que no tendría otra opción, pero no se quejaba pues le gustaba caminar, era mucho más productivo que ir en auto —. Dios ¿Por qué todo el día he tenido este extraño sentimiento? –se preguntó intrigada, llevándose una mano al pecho —. Como si algo increíble me fuese a pasar.
Mientras caminaba por las calles de la ciudad, su sonrisa apareció instantáneamente en su rostro. La gente transitaba apurada hacia sus trabajos, los niños jugaban felices, los autos hacían colas impresionantes, pero ella sólo sonreía, apurando su paso. Parecía que el día había sido perfecto y aunque el sentimiento de ansiedad oprimía su pecho, trataba de ignorarlo para no inquietarse, porque nada malo podía sucederle.
Sin embargo estaba muy equivocada, pues en un solo segundo su día perfecto se había arruinado, en cuando dobló en una esquina, tropezó con algo y cayó al suelo, sintiendo un peso más posarse sobre ella. Se golpeó levemente la cabeza con la vereda, así que cerró los ojos por el dolor que sintió, deseando matar a alguien.
—Auch… –se quejó adolorida, tratando de sobar con una mano la zona afectada, pero se sentía prisionera y apenas podía moverse, por el hecho de que había alguien tirado encima de ella y al parecer no pensaba moverse.
—Demonios, niña tonta –escuchó una voz grave, masculina y profunda, la cual tenía un increíble tono de fastidio, a parte de Sasuke Uchiha, jamás había oído a alguien con este tono tan frío y quisquilloso, pero en cierta medida le parecía familiar.
Abrió los ojos para ver al imbécil que la había tirado, pero todo lo que logró ver fue un hermoso par de ojos aguamarina, tan fríos, tan solitarios y tan distantes, que en ese momento pudo sentir como pedían con desesperación un poco de compañía. El poseedor de esos ojos se levantó apoyándose sobre sus codos, sólo para poder apreciar con quien había tropezado, notando lo cerca que estaban el uno del otro.
Matsuri no podía articular palabra alguna ante tal perfección que había frente a ella, toda en aquel muchacho de rojos cabellos, de ojos aguamarina, de piel de porcelana, de expresión solitaria. Algo dentro de ella se revolvió como nunca antes, tuvo la sensación de que conocía a esa persona, pero no podía hablar ni moverse, se encontraba absorta.
Y por otro lado, Gaara nunca había visto unos ojos así, eran tan negros pero irradiaban una increíble energía vital, un destello de alegría que en nadie había notado, además de poseer una piel tan blanca como la nieve y unos labios que se veían dulces y atrayentes; la chica era hermosa. Sin embargo también tuvo la sensación de conocerla de alguna parte, sólo que esa posibilidad le resultaba imposible.
Aún sintiendo aquel nudo en la garganta, recordó la situación en la que estaban y frunció rápidamente el ceño.
—¿Qué no te fijas por donde andas, niña despistada? –increpó de forma ácida, ante la mirada aún perdida de Matsuri sobre su persona, pero ella velozmente recuperó la compostura tras sus chocantes palabras.
—Mira quien me dice despistada, y eres tú el que está encima de mí –dijo Matsuri frunciendo el ceño, pero inmediatamente se sonrojó al darse cuenta de eso, de que tenía a un chico extremadamente apuesto encima de ella y en mitad de la calle. Gaara también se sonrojó, aunque él nunca se sonrojaba no pudo evitar sentir vergüenza ante la situación, por lo que se levanto precipitadamente, poniéndose de pie.
—Lo siento, pero si no me hubieras chocado tal vez nunca hubiera estado encima de ti, mocosa distraída –dijo cruzándose de brazos. Matsuri se sentó en ese momento y al oír sus palabras se le marcó una venita en la frente. ¿Quién se creía que era ese idiota?
—¿Ni siquiera vas a ayudarme a levantarme?
—Tú puedes hacerlo sola ¿O es que no tienes piernas? –cuestionó el pelirrojo esbozando una sonrisa de arrogancia, aunque era algo que nunca había hecho antes, pues él no solía sonreírle a nadie, siempre estaba enojado.
—¡Por supuesto que puedo hacerlo sola pero al menos podrías ser un poco caballero! –gritó la irritada castaña poniéndose de pie —. ¡Eres un imbécil! –varias de las personas de la calle les voltearon a ver, pero a ella fue la única que pareció avergonzarle, pues él estaba ahí como si nada.
—Si ya terminaste me tengo que ir –y sin más, Gaara le dio la espalda para seguir caminando. Matsuri le miró alejarse sintiéndose aún muy enfadada. ¿Qué le pasaba a ese sujeto?
—Espera un minuto… su rostro… sus ojos… –de pronto se quedó pasmada al salir al fin del trance que le había provocado el enojo. No podía creerlo, no podía ser cierto. ¿Acaso sería él? —. Él… él era igual a Gaara-kun, pero… no puede ser, si él fuese Gaara-kun me habría recordado, no me habría tratado de esa forma tan horrible –sonrió aún con la duda, pero tratando de convencerse de sus palabras —. Ese idiota no puede ser Gaara-kun, yo lo sé.
Después de eso se marchó hacia su casa.
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—Ah… –Matsuri soltó un gran y hondo suspiro al caer por fin recostada en su suave y esponjosa cama. Había tenido un largo y agotador día y sólo deseaba descansar ahora. Sentía su cuerpo relajado después de haber tomado una ducha caliente, así que en ese momento sólo le quedaba dormir tranquilamente.
Pero antes de eso, decidió levantarse y caminar hacia su tocador. Miró su reflejo en el espejo. Le gustaba mirarse, imaginar como sería la persona de la cual se enamoraría, lo que él le diría cuando estuvieran juntos y solos.
No podía evitar sonrojarse cada vez que imaginaba como iba a ser su primer beso, e instintivamente llevo los dedos de su mano derecha a los labios, acariciándolos y volviendo a sonrojarse en el acto.
¿De verdad besar a alguien sería tan hermoso como le contaba Sakura? Besar al chico que te gusta, abrazarlo, o simplemente admirarlo.
¿Alguna vez podría sentir algo como eso?
No estaba segura, pero le hacía una enorme ilusión pensar en eso. Encendió su laptop y notó que había olvidado ver el horóscopo del día de hoy, por lo que dio click en aquella página web y leyó tranquilamente, aunque el día ya se hubiese acabado, pero se detuvo en cierta frase que le llamó bastante la atención.
—"Hoy tendrás un encuentro muy especial y que podría cambiar tu vida para siempre" –repitió citando las palabras, pero recordó no haber tenido ningún "encuentro especial", excepto con… —. Claro que no ¿No será el que tuve con ese idiota cierto?
Soltó un suspiro y cerró su laptop, no podía creer semejante tontería, aquel antipático pelirrojo. ¿Cambiaría su vida? Sí, como no. Aunque al recordarlo, realmente él era muy guapo, pero lo guapo no le quitaba lo idiota.
Finalmente decidió acostarse, después de todo necesitaba dormir y recuperar fuerzas para su segundo día de clases, porque necesitaba ir con toda su energía al máximo.
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—¿Dónde has estado todo el día? –le preguntó su padre mirándolo severamente, pero Gaara simplemente bajó la mirada, pues odiaba verlo a la cara. Así era, Gaara odiaba a su padre porque era él quien conducía el auto cuando tuvieron el accidente, por eso lo culpaba de no recordar nada, porque fue él el único que salió lastimado. Y era cierto que podía ser algo injusto, que odiarlo no estaba bien, pero era demasiado orgulloso y no podía soportar el hecho de haber sido el único que perdió algo importante en aquel incidente. No se daba cuenta de que toda su familia también había perdido algo; lo habían perdido a él, a la persona que una vez fue.
—Sólo estaba dando un paseo, a ver si lograba recordar algo, pero no sirvió de nada –respondió corriendo hacia las escaleras. Su padre bajó la mirada, pues le dolía que su hijo lo culpara. Sabía que para Gaara era difícil, pero para todos ellos también lo era, a todos les dolía verlo sufrir.
—Mañana irás a la escuela Gaara, duérmete temprano –le ordenó sin voltear a verlo. Gaara simplemente subió las escaleras sin prestarle mayor atención, se sentía cansado y sólo quería dormir.
Después de una corta ducha se recostó, mirando hacia el techo de su habitación.
Por alguna razón no dejaba de pensar en la niña tonta con la que se había cruzado esta tarde, la cual era ciertamente muy bonita, pero era insoportable. Esbozó una media sonrisa y cerró los ojos para quedarse dormido.
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La mañana llegó brillante y la castaña se levantó con una sonrisa de su cama. Hoy tenía su segundo día de clases y estaba ansiosa por ver a sus amigas y además ver si por fin algo bueno le pesaba, porque era obvio que el día anterior su horóscopo se había equivocado, ya que nada bueno le sucedió, sólo se tropezó con un idiota que la tiró al suelo y ni siquiera tuvo la decencia de ayudarla a levantarse.
—¡Hoy será un gran día! –gritó animada. Tomó todas sus ropas y se dirigió al baño para ducharse, después de eso se vistió, acomodando su uniforme de la manera en que le gustaba llevarlo, para finalmente bajar a desayunar.
Su padre ya se había ido, así que seguro hoy entraba temprano a trabajar, por lo que simplemente tomó su pan tostado y su vaso de leche. Se despidió de su madre y salió de la casa, ya que tendría que tomar el autobús hoy.
—¡Nos vemos mamá! –avisó mientras corría hacia afuera. Cerró la reja de su casa y justo al dar unos cuantos pasos –de manera distraída– chocó contra la espalda de alguien. Le había dolido el rostro y se sobó la nariz mientras levantaba la mirada, pero lo que vio la sorprendió de sobremanera, porque frente a ella se encontraba el mismo idiota del día anterior.
—¿Pero es que no te fijas? –preguntó enfadado aquel pelirrojo, aunque al notar que la chica de hoy era la misma de ayer se sorprendió un poco y hasta sonrió levemente —. Pero si eres sólo tú, niña despistada.
—¿A quien dices despistada idiota? –preguntó molesta. En ese instante salieron dos jóvenes de la casa, la casa de al lado de donde vivía Matsuri; ellos eran sus vecinos. El más alto se acercó a su hermano menor y le sonrió.
—Vaya, ¿con que haciendo amigas tan temprano hermanito? –bromeó Kankuro alegremente, pero Gaara sólo frunció el ceño y se dio la vuelta molesto, pues no soportaba las bromas de su hermanito mayor.
—¿Qué dices? Esta niña tonta no es mi amiga.
—¿Q-Que pasa contigo? –interrogó Matsuri, quien no podía creer lo arrogante y odioso que resultaba ser ese chico, pero lo peor de todo era que por más que quería no lo podía dejar de observar, sus ojos y su rostro, algo tenía él que no se podía explicar, pero le atraía.
—Oye, tú debes de ser Matsuri, nuestra vecina ¿No es verdad? Disculpa a mi hermano pero es un idiota amargado –dijo Kankuro, quien tomó suavemente las manos de la castaña, sonriéndole, provocando que Matsuri se sonrojara un poco pues nunca un chico se le había acercado así.
—S-sí, soy Matsuri, mucho gusto –respondió la chica apenada, sin tener tiempo aún para asimilar que ese arrogante y odioso sujeto pelirrojo era su nuevo vecino. Temari sonrió y acercó una mano al hombro de Kankuro.
—Déjala en paz Kankuro, se ve que esta niña es un poco tímida –dijo la rubia, quien luego miró a Matsuri ofreciéndole una sonrisa cálida —. Mucho gusto Matsuri, soy Temari y lo que se te ofrezca me dices con confianza. Eso sí, disculpa a los dos idiotas de mis hermanos, uno es amargado y el otro mujeriego, espero no te de miedo tenernos de vecinos.
—N-no, no pasa nada –aseguró la castaña mientras una gotita resbalaba por su sien. Miró de reojo al pelirrojo y sintió que su corazón daba un salto dentro de su pecho, pero no tenía idea de por que le pasaba eso. Volteó hacia un costado y justo en ese momento vio un auto que salía de la casa de los tres hermanos, quienes se acercaron a él.
—Bueno, nos vemos luego –se despidió Temari haciendo un gesto con su mano. Gaara ni la miró y Kankuro le guiñó un ojo.
Matsuri soltó un suspiro, algo desconcertada por aquellas personas, pero más que nada por el pelirrojo, y justo cuando el auto se iba, pudo oír algo que la dejó sorprendida.
—¡Que pesado eres Gaara! –gritó Kankuro. Los ojos de Matsuri se abrieron con la sorpresa y giró su rostro rápidamente para observar aquel auto, sólo que éste ya iba demasiado lejos como para saber si lo que había oído era real o sólo producto de su imaginación, porque no podía ser real.
—Él no es… él no es mi amigo… Gaara-kun no me trataría de esa forma, seguro oí mal, seguro sólo se le parece –se trató de meter en la cabeza mientras esbozaba una sonrisa contrariada, pues seguramente era su imaginación la que le jugó una mala pasada y no oyó el nombre de Gaara en realidad.
Decidió mejor calmarse y encaminarse hacia la parada del autobús, sino podría llegar tarde y eso no le gustaba. Además con todo esto, se le había pasado por alto que sus nuevos vecinos llevaban puesto el uniforme de su escuela. Se detuvo con sorpresa y tragó saliva.
—Sólo espero que el idiota no esté en mi clase –susurró para si misma.
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Matsuri llegó al salón soltando un suspiro, para luego sentarse junto a su amiga Hinata, la cual enseguida pudo notar que algo le pasaba.
—Matsuri-chan ¿Sucede algo malo? –preguntó intrigada y preocupada. La castaña le miró un poco nerviosa, pues no podía creer que Hinata se hubiera dado cuenta tan rápido de que algo le pasaba.
—¿Eh? N-no, no es nada –negó rápidamente y sonriendo, aunque lo que en verdad le pasaba era que no podía dejar de pensar en su nuevo vecino, aquel pelirrojo tan guapo que se parecía tanto a su querido amigo de la infancia —. No, él no puede ser mi amigo, él no lo es, estoy segura –pensó tratando de convencerse una vez más.
Sakura llegó tan alegre como siempre y se sentó cerca de sus amigas. Sari apareció algo callada pero sonrió al llegar junto a las chicas y se sentó al lado de Sakura, para después verse entrar a Naruto y Sasuke discutiendo igual que todos los días.
Después de eso entró un profesor de cabellos grises y mirada algo distraída, el cual se puso frente a la clase y sonrió despreocupadamente.
—Ya apareció –susurró Naruto a Sasuke mientras una gotita surcaba su frente. Sasuke sólo se limitó a cruzarse de brazos y el rubio volvió su vista al frente.
—Buenos días alumnos, como ya saben yo soy su profesor Kakashi Hatake –les saludó a todos de una forma muy confiada, para luego mirar hacia la puerta —. Hoy tenemos un nuevo alumno, espero que le den la bienvenida como se merece –y dicho esto caminó hacia la puerta, abriéndola para dejar ver a un joven pelirrojo y que traía el ceño fruncido.
Matsuri se lo quedó viendo con la boca abierta, después de todo era aquel idiota con el que ya se había peleado dos veces y al cual no soportaba, su nuevo vecino y, además de ser la persona en la que estaba justamente pensando.
Pero ella no fue la única, también Sari lo veía atentamente, pues se había quedado maravillada con aquel chico.
—Bueno, preséntate –le dijo Kakashi con una sonrisa. El chico se paró enfrente de la clase y les miró con fastidio, soltando las palabras como si las estuviese escupiendo.
—Me llamo Sabaku No Gaara y ustedes no me interesan –después de sus palabras –las que causaron disgusto en la mayoría de los del salón– se dirigió al último asiento que estaba vacío y se quedó ahí, casi echado sobre el banco, pero de un momento a otro dirigió su mirada hacia cierta castaña que no le quitaba la vista de encima.
Era Matsuri, su molesta vecina nueva.
—Lo que me faltaba… –pensó con desagrado mientras se cruzaba de brazos, notando de pronto algo extraño en la mirada de la chica; ella le veía con tristeza y él no se explicaba a que se debía eso, pero de cierta forma le había inquietado.
—Eres tú… eres tú Gaara-kun… –pensaba Matsuri aún sin poder dejar de observarlo, sintiendo un pequeño dolor en su pecho que iba creciendo cada vez más al haber aceptado al fin lo que se negaba a creer, al mismo tiempo que una leve lágrima se escapaba de sus ojos, pues no podía entender que ese frío muchacho fuese el mismo niño dulce y alegre que alguna vez fue su mejor amigo. Se volteó para que él no la viera llorar y rápidamente secó su lágrima —. Gaara-kun ¿Por qué te olvidaste de mí? Me dijiste que no lo harías pero… fue mentira… –su tristeza se hizo aún más grande al darse cuenta de que Gaara había roto su promesa y que no la recordaba en lo más mínimo.
Él se había olvidado de ella.
Continuara…
Avance:
Matsuri se entera de que la razón por la que Gaara no la recuerda es porque perdió la memoria e intenta acercarse a él para recuperar su amistad. Sari también trata de acercarse a Gaara pues se da cuenta de que se ha enamorado de él, y conoce al hermano mayor del pelirrojo, a quien aborrece.
Próximo capítulo: Recuérdame.
GaAmAtSu Nivel 7
Cantidad de envíos : 261 Edad : 30 Fecha de inscripción : 29/11/2011
Tema: Re: No Me Olvides (GaaMatsu) Capitulo 1 Vie Ene 06 2012, 05:53
selene esta super mega ultra archi mega la contii x fis no me dejes con la intriga :( xfis la contii
Yue Sadica EmO Nivel 4
Cantidad de envíos : 104 Edad : 28 Localización : Tratando de borrar mi cuenta ¬¬ ¿alguien me dice como? Fecha de inscripción : 14/10/2012
Tema: Re: No Me Olvides (GaaMatsu) Capitulo 1 Mar Nov 20 2012, 08:41
lavida13 Nivel 8
Cantidad de envíos : 307 Edad : 29 Localización : aldea de konoha mansion hyuga-uzumaki Fecha de inscripción : 15/01/2011
Tema: Re: No Me Olvides (GaaMatsu) Capitulo 1 Miér Jul 09 2014, 13:00
waaaa mala pobre gaara pobre matsuri me dan penita los dos buaaa espero que subas conti pronto me encanto byee ^^
luz de luna Nivel 17
Cantidad de envíos : 789 Edad : 35 Localización : ~En El ARMY~ Fecha de inscripción : 30/10/2009
Tema: Re: No Me Olvides (GaaMatsu) Capitulo 1 Mar Oct 07 2014, 17:08