Holas!! ya por fin estoy aqui... espero que esten muy muy bien. y quiero agradeserles sus comentarios, muchas gracias nwn. Bueno y aqui les traigo la otra parte... este fic sólo tiene 3 partes...asi que les dejo la segunda parte
Ya sin mas, disfruten el lemon
-Primero empecemos con un ligero calentamiento- susurró seductoramente en su oído
-¿Calentamiento?- repitió ella
-¿O prefieres ya ir al grano?- malició él (en realidad Matsuri no quería ir al grano, porque la tienda ya estaba cerrada…jajaja eso quee XDDD)
La respuesta de la última pregunta, nunca llegó. El Kazekage ya estaba tomando cartas en el asunto, tenía totalmente arrinconada en la cama a su, ahora, “alumna”. Suavemente retiró la blusa de la shinobi, dejándola sólo en sostén. Ella fue paseando las manos por debajo de la playera masculina; tocándolo, memorizándose cada línea que marcaba perfectamente su musculatura. Aquel hombre iba bajando, con cada beso que le daba en el estomago, sus pantaloncillos, para luego, aventarlos lejos de su vista, dejándola completamente en ropa interior, y al hacérsele injusto de que él aun tuviera su ropa, inmediatamente que los pantaloncillos volaron, él se quitó la playera frente a su compañera, como si se tratara de un striper! (Yeah!! juje)
-¡No es justo!- chilló Matsuri- Eso lo tenía que hacer yo- lo rodeó por el cuello, para atraerlo hacia sí- Gaara…- susurró en su oído- Hazme el amor lentamente… muy pero muy lentamente.
-Muy lentamente- repitió él- El maestro se acopla a las exigencias de un alumno- sonrió levemente, para después, rozar suavemente sus labios con los suyos. Al principio sólo eran pequeños rozones de labios, algo que provocaba desesperación en ambos por querer fundirse, de una buena vez, en un apasionado besó. Matsuri, mientras Gaara rosaba sus labios, acariciaba la espalda de ese hombre, subía y bajaba, ambas manos, lentamente; acto que provocaba pequeñas descargas de placer al pelirrojo.
Tomó entre sus dientes el labio inferior femenino, comenzándolo a succionar, lambiéndolo, mordisqueándolo; jugó cuanto pudo con aquel labio, hasta casi dejarlo hinchado por las atenciones que le prestaba. Su lengua tocó la dentadura femenina, mientras la delicada lengua de ella, ya se encontraba tocando la suya. Al sentir la pequeña lengua de ella, acariciando la suya, sólo significaba una cosa para él… “una invitación”. Sí, Matsuri estaba invitando a Gaara a profundizar ese contacto, algo que seria muy difícil de rechazar, pero antes de explorar completamente esa cavidad a la que le invitaban, primero quería terminar lo que había empezado; dejaría el labio superior femenino igual de hinchado que el otro. Lo mordisqueó tiernamente, y con mucha delicadeza lo tomaba entre sus labios, para succionar el jugo que lo embriagaba tanto, dejándolo cada vez que lo volvía a probar, con una gran sed incontrolable. Por más que probara ese incandescente sabor de los labios, nunca lograba saciarse. Una vez de haber hecho suyo el labio superior, posó sus labios, completamente, contra los de ella; entreabrió los labios para que ella comenzara con la exploración por su boca. Sintió como su lengua se enredaba con al suya muy gustosamente, la lengua femenina investigó cada centímetro de la boca de su esposo, volviendo a memorizar ese lugar que tantas veces a recorrido. Una vez satisfecha de su inspección, dejó que ahora él, llevara el control de los besos apasionados. Introdujo su lengua posesivamente en la boca de ella, algo que no le molesto a Matsuri, ya que esas inesperadas reacciones de Gaara, le provocaban descargas de deseo.
Matsuri levantó instintivamente las caderas, en busca de un poco de atención por parte de las caderas masculinas, las cuales respondieron a su petición: presionando contra ellas, sacando un gemido ahogado entre los apasionados besos. Al sentir el miembro endurecido entre su intimidad, el placer recorrió todo su cuerpo, en especial, en su intimidad, provocándole pulsaciones, dando a entender que quería recibir más atención allí. Gaara abrió un poco las piernas de ella, de tal manera que los contactos íntimos fueran más placenteros. Dejó sus labios rojizos, para pasarse a su aterciopelado cuello, mientras que la mano derecha la dirigía a sus caderas, donde fue subiendo poco a poco, dejando rastros de estremecimiento en la piel de su esposa; llegó hasta su seno derecho, lo aprisionó contra su mano delicadamente, después aplicó un poco de fuerza, logrando sacar un sonoro gemido de los labios de su amada. Ese gemido había sido un poco más sonoro que los anteriores, debido a la atencion que su esposo ponía en su cuello, seno, y esos movimientos de cadera lentos y sensuales.
Hizo un camino de besos desde su cuello hasta llegar al borde de donde iniciaban sus senos; allí reposó su rostro, entre ambos senos; sintiendo el calor de su cuerpo y escuchando los latidos de su corazón. Los cabellos pelirrojos le provocaban cosquillas en su pecho, cada vez que éste subía y bajaba la cabeza, acariciando, con su nariz, la línea que se formaba entre sus dos senos. Aspiró su dulce aroma, un manjar para su nariz. Pasó sus manos por debajo de la espalda de ella, para poder desabrochar aquella prenda que mantenía aprisionados esos hermoso y redondos senos. Subió de nuevo para apoderarse tiernamente de sus labios mientras pasaba sus mansos sobre los tirantes, luego las pasó por encima de las copas del sostén, presionando al mismo tiempo los redondos pechos, quitando de una vez por todas, la molesta prenda. Le besó lentamente, presionando ambos senos con sus manos, sacándole gemido tras gemido, entre beso y beso. Rozó con más intensidad su intimidad con la parte ya eréctil de él…
-Ah…- fue arrebatado un placentero gemido de sus labios- Mat…Matsuri…- lo volvió a hacer, esta vez fueron más audibles sus quejidos. Estaba a punto de volver a acercar sus caderas con las de él, pero Gaara hizo un movimiento inesperado: pasó los brazos a ambos lados de la cabeza de ella; allí la vio desde arriba, apoyando todo su peso sobre sus brazos. Tenía las mejillas coloradas, el largo cabello castaño se encontraba alborotado, los labios rojos e hinchados: una vista demasiado sexy para él, provocando de inmediato que a su miembro le diera una punzada, pidiendo desesperadamente las atenciones que su esposa le estaba haciendo segundos atrás, con las caderas. Pero había un pequeño problema, he allí por que hizo ese movimiento tan inesperado.
-Matsuri…- llamó entrecortadamente. Ella acaricio su rostro, agarrando de paso sus cabellos rojizos.
-¿Qué… sucede?- preguntó sin dejarlo de mirar y acariciando su melena
-¿Podrías… ayudarme con mis pantalones?- más que una petición era una súplica- ¿Sabes?... mi amigo se encuentra… algo apretado- finalizó él, jugueteando con un largo mechón castaño, y depositando un corto beso en su cuello.
-¿Sólo con los pantalones?- respondió pícaramente la castaña, dirigiendo ambas manos a la cintura de los pantalones. Rodeó varias veces el resorte, que tenía sujetos los pantalones al pelirrojo. Después, posó ambos pulgares debajo del ombligo de su esposo, escurriendo los pulgares por debajo del resorte, llegando al límite donde empezaba el vello. Gaara se estremeció, dándole una punzada más, en su miembro; los pulgares comenzaban abajar por esa zona boscosa, demasiado cerca del “amigo” de su esposo- ¿Y bien?... aún no me respondes.- sonrió traviesa, mientras observaba como su marido tenía los ojos cerrados, con las mejillas coloradas, con los labios entre abiertos, tratando de agarrar oxigeno, pero disfrutando de esas pequeñísimas carisias en su vientre.
-¡Hmm!- suspiró placenteramente. Tenía la respuesta pero cada vez que abría los labios, sólo salían suspiros. Sosteniéndose con sus antebrazos, reposó su cabeza a un lado de la de Matsuri, de tal forma que él estuviera cerca del oído de ella- No…¡Hmm!... Mahh… yo… hmm…- trataba de hablar, pero esas ligeras y tiernas carisias le quitaban toda razón de sí.
Cada suspiro que salía de él, chocaba contra el oído de ella, haciéndola estremecer. Ese aliento cálido sobre su odio, le excitaba demasiado, algo que conocía muy bien él, no por nada se había puesto cerca de su oído, así ambos se torturaban deliciosamente. Trató de controlar su respiración para poder hablar un poco mejor, claro, sin mucho éxito.
-¡Hmm!... También… ayu… dame… ¡ah!... con… con… con…-intentaba finalizar su petición, sin embargo, el placer estaba invadiendo todo sentido de razón.
-¿Con qué?- preguntó divertida, Matsuri, sabiendo muy bien a lo que se refería su marido-¿Con esto?- y bajó ambos pulgares hasta donde empezaba lo largo de su miembro. ¡¡Dios!! El calor había subido tan bruscamente a sus mejillas con ese ligero contacto.
Su mujer empezó a deslizar los pulgares por la longitud de él, sintiendo lo cálido que se encontraba, sintiéndolo endurecerse, más de lo que estaba, con forme avanzaba. Mientras tanto, Gaara, se encontraba en un estado totalmente placentero; esos delicados pulgares sí que sabían hacer su trabajo.
-¡Ah!... ¡Matsuri!- música para sus iodos femeninos- Hmm…ah… ¡¡Mat… suri!!- los pulgares se encontraban en la punta de su miembro, después volvieron a bajar para hacer una y otra vez el recorrido, despacio y sensual. Gemido tras gemido era emitido por los labios masculinos. Adoraba como los pulgares se deslizaban tan ágilmente en toda su longitud, y cuando llegaba hasta su punta. -¡Ah!- su miembro reaccionaba tan placenteramente, al sentir como uno de los pulgares daba suaves vueltas alrededor de su glande- ¡Hmm!- cuando posaba el pulgar en la punta, por donde salía ese líquido de hombre, Gaara creía explotar de tanto placer.
Remojó con su lengua el oído femenino, hasta ir bajando por su cuello, saboreando el sabor salado debido a la pequeña capa de sudor que empezaba a emanar de ambos cuerpos. La chica echó para atrás la cabeza, al sentir como la lengua subía desde su garganta hasta llegar a su barbilla; para después dirigirse nuevamente a su oído.
-Adoro… ah… tu… pulgar- susurró. Claramente se refería al pulgar que se encontraba masajeando el término de su miembro: con unas vueltas tan lentas; estimulándolo para llegar, casi, al primer orgasmo. Ante el alago que le hizo Gaara, Matsuri sonrió complacida que sin pensárselo dos veces, dirigió la mano libre más abajo del miembro, masajeando y sopesando esa parte que también forma el aparato reproductor masculino- ¡¡OH, Matsuri!!- gimió placenteramente, un gemido totalmente diferente a los demás. ¡Definitivamente ella sabía cómo ponerlo al 100!
Ese saquito, que se encuentra abajo del miembro, estaba cálido, como siempre suele estar. Empezó a acariciarlo, sopesarlo y darle uno que otro apretoncito; acercándolo cada vez más, a su esposo, al orgasmo. Cegado por la estimulación que recibían las partes de su sexo, tomó el pezón izquierdo entre sus dientes, siguiendo sus instintos de deseo, comenzó a morderlo, manteniéndolo un tiempo entre sus dientes mientras la punta de su lengua se encargaba de acariciar la punta del endurecido pezón.
-¡Gaa… rahh!- gimió placenteramente al sentir como estimulaban la sensible punta de su pezón- ¡Ah!- mordisqueo con más fuerza, provocando que por un instante dejara de hacer estímulos excitantes, a las partes masculinas. Dirigió su única mano libre, hacia el muslo derecho, de su esposa, acariciando esa piel tan suave y tentadora. Se encontraba en muy buena forma aquel muslo, debido a los entrenamientos; muy agradecido Gaara, de que su mujer entrenara todos los días, esos resultados no salen nada mal para estas situaciones; lo acaricio tan apasionadamente, después volvió a subir su mano hasta llegar donde empezaban los glúteos, fue mentido su mano, de tal manera que los glúteos femeninos, aplastaran la traviesa mano. Aprisionó ambos glúteos…
-¡Hmm!...- otro gemido salió, aprobando esa estimulación. Gaara prosiguió con los mordiscos y lambidas de pezón, sin olvidar de apretar esos glúteos, masajeándolos lentamente, dejando rastros de placer y estremecimiento en esa zona, y acumulando, al mismo tiempo, deseo en la parte baja del vientre de ella.
-¡AH!- esta vez gimió el Kazekage, provocando que dejara de juguetear con el rozado pezón. Inmediatamente, Matsuri, aprovechó ese receso para buscar los labios de su marido. Enredaron sus lenguas con destreza, pasión, deseo y lujuria. Sin dejar de besarlo, Matsuri, masajeó con más rapidez el escroto y el miembro totalmente erecto, acercándolo a la eyaculación.
Sabía muy bien como terminaría todo eso, si seguía con esos movimientos rápidos en su sexo.
-¡Matsuri!... Ah… Ah-¿No se suponía que él se lo haría lentamente? Al parecer los papeles habían cambiado- Mujeres, quien las entiende- pensó el Kazekage- Si conti… ah… si conti…¡ah!... nuas… yo… ¡Hmm!... yo…¡Matsuri…- gimió con mayor satisfacción- yo… ¡ah!... no… yo no…- ¡Maldición! Era tan difícil hablar en ese estado.
Al ver que su marido trataba de explicarle algo con toda esa excitación que lo envolvía, para ella era un glorioso momento verlo tan vulnerable, tan perdido de la razón, tan excitado por ella. Sonrió orgullosa.
-Gaara, qué ibas a decirme- miró burlonamente el rostro del pelirrojo, el cual se encontraba sonrojado, sudoroso y con los ojos cerrados, disfrutando de los placeres que esa mano femenina le proporcionaba. Matsuri comenzó a frotar ese miembro más rápidamente, Gaara gimió con mayor fuerza; arrancando, el placer, con más fuerza, toda razón de si, provocando la debilitación de sus músculos de los antebrazos, con los cuales sostenía su peso. Pronto llegaría a la eyaculación y tal parece que eso pretendía su esposa. Mientras masajeaba el erecto miembro, buscó sus labios, nuevamente, para comenzar la danza entre las lenguas. ¡Vaya! Gaara, aun que estuviese en ese estado placentero, podía seguir el ritmo del beso, aunque por sus labios seguían saliendo pequeños gemidos ahogados.
Continúo masajeándolo, cada vez más rápido, sin cortar esos apasionados besos; hasta que Gaara no lo soporto más, sentía venir el orgasmo, y se separó de sus labios para gemir libremente. Su miembro pedía más y más atención, el calor y la sangre se acumulaban más en él, para recibir el momento.
-¡Ah!- Matsuri dirigió una de sus manos al glande, allí, comenzó a dar caricias alrededor de él, mientras que la otra mano masajeaba la longitud erecta- ¡¡Ah!! ¡Matsuri!- el placer, junto con la satisfacción aumentó. Cada movimiento de manos aumentaba los jadeos del Kazekage que comenzaban a ser más audibles- ¡¡Matsu!!... ¡Ah!- aumentaba más y más, la velocidad… hasta que- ¡¡¡AH!!!- el último gemido salió de sus labios, acompañado del alivio y satisfacción al expulsar aquel fluido, producto de su excitación, el cual ahora se encontraba en las manos de su mujer y unas gotas en su vientre.
Recostó su cabeza entre los senos de ella. Su respiración era más agitada que la de su esposa. El latir de su corazón también era rápido, muy audible para él, pero relajador escuchar ese sonido de vida.
-Te…- inhalo y exhalo, para poder recuperar el aliento- ¿Te cayó todo?- preguntó algo agitado, refiriéndose a lo que en las manos de su esposa se encontraba.
-Tranquilo, ni que fuera la primera vez o que sacaras un litro- rió. Gaara levantó el rostro para mirarla. ¡Cierto! No era la primera vez que eyaculaba en sus manos.
-¿Quieres que vaya por papel? Para que te limpies- sugirió
-Sólo fue un chorrito de nada. ¿Ves?- mostro su mano, y efectivamente, era una cosa de nada que resbalaba por su meñique- ¿Sabes? Siempre he querido saber…-acercó su mano a sus labios, con el fin de probar aquel liquido que había salido de él. Al verla como lo probaba, sintió como en su parte baja volvía a acumularse el calor.
-Mmm...- murmuró pensativa- Me lo imaginaba de otro sabor- concluyó la castaña, sonriéndole de oreja a oreja a su marido; el cual le miraba embobado. Gaara jamás quiso que Matsuri le hiciera el sexo oral a él, y ella jamás había comentado de hacérselo, sin embargo, a él no le gustaría que eso, que estaba allí abajo, recobrando el calor de antes, estuviera entre los labios de su mujer. Como que no le parecía del todo agradable para ella ni para él. Sin embargo, él a ella, sí, al parecer, probar el néctar de su mujer le apetecía mejor.
-Pues no soy de chocolate, si era lo que esperabas- respondió él
-¿En serio?- lo pegó más hacia ella, notando, accidentalmente, como empezaba a despertar la parte baja de él, provocándole un placentero estremecimiento- ¿Entonces, por qué eres tan irresistible?- cuestionó por la respuesta que él le dio- Eres mi chocolate- susurró cerca de los labios masculinos. Él sonrió complacido, para después fundirse en un tierno beso.
La tomó de la cintura para presionar, posesivamente, sus intimidades; reviviendo el calor y placer, nuevamente. Bajó con besos por su cuello, hasta llegar a sus senos. No complacido con la vista, los comenzó a besar: primero llenando de besos todo alrededor del pezón; estimulando, por lo mientras, al otro seno, con suaves apretones y debes en cuando, rozando el pezón con los dedos, notando el comienzo de su endurecimiento. Dejó de rodear con besos esa zona, cambiando los besos por su lengua; sintió el escalofrió que le provocó con ese contacto húmedo. Lo estaba disfrutando.
-Gaara…- susurró, el endurecido pezón se encontraba entre los labios de su esposo; lo besó incontables veces; lo presionaba con su labios, sin meter los dientes. Primero era la tortura. Con cada presión que le hacía con los labios, sentía el estremecimiento del pezón; lo presionaba lenta y suavemente, disfrutando del momento en que ella gemía su nombre. Lentamente metió su lengua a la tortura; aun presionándolo entre sus labios, su lengua se encargaba de lubricar esa zona erógena. Escuchó los pequeños quejidos de su mujer. Satisfacción. Sí, eso era lo que significaban. Movió el otro pezón con su pulgar, haciendo círculos sobre él, sintiendo lo gracioso que comenzaba a ser, al irse estremeciendo poco a poco. Su cálido aliento chocaba contra la zona humedecida, excitando al rosado botón.
-¡Gaarahh!- lo tomó entre sus dientes, ya se encontraba completamente erecto. Lo mordisqueo suavemente, como si se tratara de una goma de mascar delicada- Ah…Ga… Ah…- sus mejillas se coloraron más, el calor aumentó, y el placer llegó hasta su intimidad, porque los dedos masculinos acariciaban la delgada tela de las pantaletas. La prenda ya se encontraba húmeda, excitando al pelirrojo. Matsuri estaba excitada gracias a él, como debía de ser; después de todo, era suya, sólo para él y nadie más. Al dejar hinchado el pezón, se fue contra el otro, lo lambio con la punta de su lengua, hizo círculos sobre y alrededor del botón, después, lo comenzó a succionar, como si fuera un bebé. Ella no paraba de gemir, tantas estimulaciones en su cuerpo le volvían loca. Adoraba la forma en cómo su esposo, succionaba su pezón, y sobre todo, como movía sus dedos, haciendo movimientos circulares donde se encontraba su entrada al placer. Los movía lentamente, haciendo presiones de vez en cuando- ¡¡Hmm!!...- mientras se sentía desfallecer ante el placer, acariciaba la alborotada melena rojiza, enredando sus dedos entre el cabello, acercando su cabeza más contra su seno y pezón, que aun seguía entre los labios de su marido. Sintió la presión en su cabeza, provocada por su mujer, incitándolo a saborear con más pasión su rosado botón. Masajeaba su otro seno completamente con su mano, presionando suave y lujuriosamente.
Sus dos senos eran perfectamente atendidos, que no podía dejar de pronunciar su nombre. Se mordía de vez en cuando su labio inferior, resaltando, de esa manera, la excitación y satisfacción que le recorría con mayor frecuencia, por todo su cuerpo.
-¡Ah!... Gaahh…- presionó con más intensidad sobre la entrada de su ser, sintiendo como la ultima prenda volvía a humedecerse. Hizo a un lado la prenda íntima, para por fin tocar directamente esa parte, que le era molestada por pulsaciones, sin embargo, esas molestias se le serían calmadas por él travieso pulgar de él, que lo colocó justamente sobre la boca de la entrada. Sintió el alivio al ser atendida de esa forma. Comenzó a mover el pulgar en círculos, humedeciéndolo cada vez más, con el néctar de su mujer, producto de la exquisita excitación. Con el pulgar empapado de néctar femenino, facilitaba el deslizamiento de éste, recorriendo la zona ágilmente. Con forme trazaba el contorno de la entrada, notaba el calor acumulándose; incluso podía sentir las palpitaciones que esa parte daba, pidiéndole a gritos que le prestara la atención adecuada. La castaña gemía, suspiraba y se mordía el labio inferior… ¿Quién se imaginaria que aquel hombre, conocido anteriormente como el arma definitiva, sabía como darle al clavo? O ¿quizás era práctica? Bueno desde su primera noche juntos, el serio Kazekage, se mostro como todo un tigre, después de todo era un hombre… SU hombre. Sonrío pícaramente para si; y ahora que lo pensaba, sí era todo un tigre al momento de estar en la cama… o en cualquier lado que estuvieran solos, como cierta oficina donde fueron interrumpidos por el cuñado, Kankuro. (Por eso hay que ponerle seguro a las puertas jeje)
-¡AH!- introdujo el pulgar, facilitando el acceso con la lubricación del néctar femenino. Comenzó a sacar y a meterlo, notando como las caderas femeninas se levantaban instintivamente, tratando de profundizar el contacto. Al hacer repetidas veces el movimiento, aumentado la velocidad con cada quejido de la castaña, decidió dejarla de torturar, pasando, ahora, su pulgar, totalmente humedecido, por entre los pliegues de los labios menores, hasta encontrar aquel erógeno punto. El clítoris. Con su pulgar comenzó a lubricar el ya erecto clítoris. Inmediatamente Matsuri pronuncio su nombre en un satisfactorio gemido, sentía acumularse más el calor en su entrada, dándole tremendas punzadas, pidiendo a gritos la anterior atención que el masculino pulgar le proporcionaba; si embargo, sabía que ese pulgar no acabaría con ese placentero malestar, necesitaba algo más que un pulgar. Necesitaba sentir, con urgencia, a su amado dentro de ella.
-¡¡Ah!!...- volvió a gemir con la misma intensidad. Acariciaba circularmente aquel endurecido punto. Lentamente cambiaba el sentido de la circulación, a veces giraba en dirección a las manecillas del reloj, y otras veces, al contrario. Las manos de su mujer seguían manteniendo presa su cabeza entre su pecho, el cual no había dejado de ser atendido por sus labios; aun continuaba saboreando los hinchados pezones lentamente, como lo hacía con el movimiento de su dedos, en el clítoris de Matsuri, parecía que Gaara llevaba una buena sincronía entre las carisias que le hacía a su mujer. Hasta para estos momentos era cuidadoso.
-Por favor… Gaara… hazlo… yahh- rogó la castaña, totalmente excitada.
Gaara sabía exactamente lo que le pedía su excitada mujer, pero aún era pronto para pasar al paso final. Se liberó de las ataduras de sus brazos, que lo mantenían presó en su pecho, para ir bajando por su abdomen hasta llegar a la zona boscosa; deteniéndose allí, levantó el rostro para observarla, teniendo un buen ángulo desde allí. Su pecho subía y bajaba, demostrando la dificultad de respiración, su rostro más sonrojado que la ultima vez, sus labios se encontraban entre abiertos, tratando, quizás, de obtener más oxigeno. De repente, los irises azabache, se posaron sobre los suyos.
-¿Por… qué te detienes?- preguntó desconcertada, ya que su pelirrojo había dejado de atenderla en aquel punto tan erógeno de la anatomía de una mujer; todo por andar deleitándose con la hermosa vista que tenía, dejo de hacer esas excitantes estimulaciones.
-Sólo miraba lo sexy que te ves así- sonrió maliciosamente
-¿Sexy?- preguntó extrañada, pues esa palabra jamás la había escuchado en el dialecto de su esposo.
-Sí, tengo una sexy esposa- concluyó bajando la mirada, posicionando su rostro entre la intimidad de su sexy esposa.
-¡AH!- arqueó la espalda. Los labios del pelirrojo tomaban su erecto clítoris. Hizo el mismo procedimiento que en los pezones: lambiéndolo lenta y suavemente, cambiando de vez en cuando la dirección de las lambidas: unas eran circulares, otras derecha, izquierda y otras sin una dirección en común, provocándole a su mujer, gemir con mayor exquisitez cada vez que cambiaba el ritmo. Sin embargo, esos placenteros gemidos, no se compararon con los que emitió una vez que sintió los dientes masculinos masajeando, ahora, aquel punto.
Gaara jaloneó y mordisqueó, hasta satisfacerse de los excitantes gemidos de su mujer, pronunciando su nombre, como una súplica a que dejara de torturarla de esa manera tan placentera, y pasara a poseerla, a hacerla suya, que ese fuego que crecía en ambos se fuera consumiendo poco a poco, hasta quedar nuevamente en un solo ser.
Después comenzó a abrirse paso entre los pliegues húmedos de la castaña, saboreando el dulce néctar que había a su paso. Sintió como se estremecía los labios menores con el contacto de su lengua. Estaba cerca de aquella zona, en la que pronto entraría; le arrancó frenéticos quejidos de placer. Trazó con la punta de su lengua, el contorno de su entrada, sintiendo como las caderas reaccionaban placenteramente ante lo húmedo y cálido de la lengua. Pero no sólo eso reaccionó, si no que también sus piernas, intentaron aprisionar su cabeza, por suerte, predijo ese movimiento y sujeto ambas piernas. Abrió cuidadosamente sus piernas, para tener mayor alcance con su lengua. Pasó completamente su lengua por su entrada, siguiendo saboreando el néctar que no cesaba; lambió varias veces, como si se tratara de un delicioso helado. Sentía el calor acumularse con más frecuencia en esa zona que estimulaba; alistándola para lo que vendría más adelante.
-¡¡Ga… rah!!- levantó las caderas al ser explorada por dentro con la traviesa punta de la lengua, no sólo sabía enredar su lengua con la suya, sino también sabía como pasearse libremente por su intimidad, llegando a explorar aquella cavidad que yacía en llamas de deseo, queriendo ser apagadas. Introdujo su lengua repetidas veces, sentía lo húmedo y caliente que era allí dentro.
-Rapi… do… Ga… ah…- exigía dificultosa, mientras enredaba sus dedos en la pelirroja cabellera, presionando de vez en cuando, para que el contacto fuera mas profundo; incitándolo, al mismo tiempo, a que lo hiciera con mayor intensidad, sin embargo, el pelirrojo no aumentó la velocidad en sus caricias, seguía entrando y recorriendo el perímetro de su entrada lentamente ¿Qué? ¿Acaso no le había dicho que le hiciera le amor lentamente? Bueno, ya la había torturado demasiado. Volvió a concentrarse en su clítoris, esta vez lujuriosamente; apretando el pequeño botón con su lengua, mordisqueándolo, como si fuera un dulce. Con forme aumentaba el ritmo de los lambidas, los gemidos de su esposa eran mas audibles, junto con los apretones que le hacia en su cabeza para no separarlo de esa zona, muy bien atendida, que la estaba volviendo loca de placer, y el color, junto con la humedad, se acumulaba de golpe en su entrada, sintiendo más alborotas esas pulsaciones, que la torturaban con mas insistencia.
-¡¡Gaa… rahh!!- aumentó la velocidad en las caricias de su clítoris. Movía como todo un maestro, su ágil lengua, metiendo sus dientes al placentero momento- ¡Ah! ¡Ah!- el orgasmo estaba cerca, así que siguió estimulándola con mayor lujuria, posesión, y un poco de agresividad. El placer se acumulaba mas y mas, el calor, el deseo, la satisfacción… hasta que…-¡¡AH!!- había llegado a una aparte de la satisfacción carnal, pero aun quedaban rastros de placer en su intimidad, provocando aquellas molestas pulsaciones. Inhalo y exhalo, recuperando el aliento
- Eres todo un… experto- dijo con una sonrisa picara en su rostro- Pero… finaliza el trabajo, Tigre- rio traviesamente. El Kazekage levantó el rostro, sonriéndole de la misma manera, mientras se lambia sus labios que aun llevaban aquel fluido exquisito de mujer.
- Descuida, esto jamás lo dejaría inconcluso- se separó de ella para terminar de quitarse los pantalones y bóxer, que su esposa dejó a medias, pero al menos lo supo compensar muy bien con sus delicados pulgares, sólo por eso lo pasaría por alto. Una vez estando completamente desnudo ante ella, teniendo una excelente vista Matsuri, se colocó entre sus piernas. Al estar en esa posición, casi hace que a Matsuri le de un segundo orgasmo: pues al verlo tan sensual con su cuerpo completamente desnudo, observando como su “amigo” se encontraba totalmente despierto, su abdomen marcado de irresistibles músculos, su cabello pelirrojo alborotado y esa mirada aguamarina… ¡POR DIOS! Tenía ante ella un irresistible manjar, del que nunca se saciaría.
-¿Qué tanto miras?- preguntó orgulloso, sacándola de su delicioso deleite
-La suerte que tengo de ser tú esposa- se puso a su altura para robarle un beso, ya que él se encontraba de rodillas entre sus piernas.
- Tu tampoco estas tan mal- la besó posesivamente, hasta volverla a recostarla en la cama- De echo…- habló entre beso y beso- Eres perfecta…- estas palabras provocaron una chispa de orgullo en su perfecta mujer. Realmente amaba a su pelirrojo (quien no?)
-Pásamelo…- susurró él cerca de su oído. Matsuri deslizó su brazo izquierdo por debajo de la almohada, sacando un pequeño paquetito, conocido como preservativo (Muy importante hoy en día chicas. Recuerden sin gorrito no hay fiesta XD). Como se lo había dicho a su hermana, Temari, entre sus planes no estaba otro bebé. Por ahora, estaban bien con la pequeña Naomi.
-¿Quieres que te ayude?- preguntó seductoramente
-Por supuesto- la besó apasionadamente, comenzando la exploración por toda la boca de su esposa.
Ágilmente, con los dedos, pudo cortar el empaque del preservativo. Lo sacó de la forma en la que viene enrollado. Antes de que continuara, se separó del apasionado beso, después lo obligó a separarse completamente de ella; Gaara obedeció sin ninguna objeción. Quedó de rodillas en la cama el Kazekage, tiempo después, ella también se puso de rodillas, y buscó nuevamente la fusión de sus labios, continuó en lo que estaba: presionó la puntilla del látex, después lo colocó sobre la punta del erecto miembro y comenzó a desenredarlo lentamente
-¿Gaa… ra?- gimió curiosa al sentir los dedos de él, masajeando nuevamente su intimidad.
-Es para que no… te enfríes- susurró cerca de sus labios. Ella le dedicó una sonrisa
-Perver… tido- suspiró entre gemidos. Una vez terminada la tarea de desenrollar el preservativo, reposó sus manos en los fornidos pectorales, obligándolo a darse media vuelta para que ella quedara sobré él.
-Que buen ángulo- dijo el pelirrojo al contemplar su desnudes desde abajo
-Tu tampoco te ves mal desde aquí, Kazekage-sama- él le respondió con una sonrisa
Matsuri acarició el abdomen y pecho de su esposo, sensualmente, mientras que con su intimidad acariciaba la longitud del miembro, sacándoles exquisitos suspiros. Volvieron a empezar la danza entre sus lenguas, con pasión y lujuria; mientras continuaba esta lucha de lenguas, Matsuri, se acomodó de tal manera que la punta fuera entrando poco a poco. Dejando que ambos gozaran del delicioso calor que sentían al tener sus intimidades entrar en contacto. Fue sintiendo como el endurecido miembro volvía a invadir esa zona; era realmente agradable sentirlo de nuevo de esa forma. Adoraba hacer el amor con su hombre. La castaña se detuvo al sentir que ese era el termino de su cavidad vaginal, se quedó así un momento, sintiendo la agradable sensación de aquella invasión, ya conocida; podía sentir el calor que emanaba del erecto miembro, mientras que él sentía la deliciosa prisión en la que se encontraba su amigo: era cálido y acogedor, perfecto para gozar de esa tortura.
La tomó de la cintura al sentir como ella comenzaba a moverse, poniendo el ritmo de la hermosa danza. Los movimientos eran lentos y placenteros, los suspiros salían entre los apasionados besos, mientras que las caricias en el pecho masculino no cesaban. Conforme iba aumentando la velocidad, los gemidos salían frecuentemente, llegando al punto en que ya no podían seguir con los apasionados besos.
-Gaara…- llegó al punto en que necesitó apoyar sus manos en el fornido abdomen para que las embestidas fueran más profundas y placenteras.
Gaara disfrutaba de la hermosa vista desde abajo, le excitaba ver a su mujer de esa manera: moviéndose sobre él, totalmente complacida, y no sólo eso lo excitaba, sino también al ver la forma en la que rebotaban sus redondos senos; lo volvía más que loco. De su cintura, sus juguetonas manos se pasaron a los acolchonados glúteos, presionándolos de acuerdo al ritmo de las embestidas. Los gemidos de ambos iban de acuerdo a las subidas y bajadas que daba Matsuri sobre él. Llegó un momento en donde ambos mantenían sus ojos cerrados, disfrutando del glorioso momento, aumentando el calor y sudor de sus cuerpos con más intensidad. De un momento a otro Gaara la tomó, nuevamente, de las caderas dando media vuelta en plena penetración (eso es poder XD!!) quedando sobre ella.
-¡Ah!- era la único que se escuchaba de sus labios y en toda la recamara, reflejando lo satisfactorio que eran las penetraciones.
El excitado miembro salía y entraba con total agilidad. A pesar de que llevaba el látex, sentía lo cálido que se ponía allí dentro. Mientras, ella sentía esa erección tan cálida y dura, masajeándola desde dentro, se sentía tan bien que comenzaba a gemir más fuerte, pronunciando su nombre conforme sentía que pronto llegaría al clímax.
-¡Mas… Gaara… más… rápido- y como si esas palabras hubieran activado una bomba en su interior, el pelirrojo aumentó las embestidas, haciéndolas mas violentas y lujuriosas, sin llegar a lastimarla, claro. Sin embargo, ese salvajismo de su Tigre, le encantaba; le excitaba sentirlo de esa manera tan posesiva
-¡Así!... ¡Así Gaarahh!- gimió complacida al momento en que rodeaba sus brazos en el cuello de él, masajeando la pelirroja melena- ¡¡Gaa… rah!! ¡No pares!- comenzó a rodear las caderas masculinas con sus piernas, para lograr que el contacto de las penetraciones fueran mas profundas y satisfactorias para ambos.
-¡Mat… suri!- salía y entraba cada vez mas rápido, gimiendo descontroladamente en el oído femenino
-Gaara… Gaa… ra- como adoraba que gimiera su nombre ya estando cerca del clímax- ¡Gaara!- las embestidas ya eran completamente rápidas, provocando que los gemidos de la castaña fueran mas audibles, totalmente enloquecidos de aquel exquisito placer- ¡Gaara!... ¡AH!... ¡¡Gaarahh!!- ese ultimo llamado junto con un sonoro gemido de él, dio la señal de que ambos habían llegado al objetivo principal. Ser uno solo, nuevamente. Las pulsaciones en su intimidad por fin habían terminado con su tortura; mientras que el miembro del pelirrojo, esta vez quedó satisfecho al haber lanzando ese fluido, nuevamente, pero esta vez dentro del látex.
Salió de su interior, se quedó unos minutos sobre ella recuperando el aliento. Cuando ya estaba mas calmado, le beso dulcemente en los labios y se separó de ella para sentarse en el borde de la cama, aun lado de la mesita de noche. Retiró el usado preservativo y lo arrojó al sesto de basura cerca de allí. Mientras tanto su esposa tomaba una playera de él como pijama. Aun ambos respiraban entrecortadamente y no se diga el carmín, seguía impregnado en sus sudorosos cuerpos. Después ambos se metieron entre las cobijas; Gaara seguía tal cual los dioses lo habían traído al mundo, y por supuesto, eso no le importo a su mujer.
La castaña se acurrucó en el fornido pecho, notando que su corazón seguía de hiperactivo al igual que el suyo. Trazó figuras indefinidas con la yema de sus dedos, en el musculoso abdomen, provocándole ligeras cosquillas. Él la mantenía abrazada por la cintura y depositaba un tierno beso en la cabellera castaña.
-Te amo- susurró él. Una palabra que comenzaba a salir más de sus labios. Tiempo atrás era raro escuchar esa palabra, aunque para ella, no era necesario que se lo dijera, pues sabía lo que él sentía por ella, sin embargo, era satisfactorio que se lo dijera, a fin de cuentas ¿ a qué mujer no le grada que le digan esa palabra de vez en cuando?
-Yo te amo más- levantó su rostro para mirarlo divertida, él le dedicó la misma mirada. Definitivamente eso era otro de sus juegos. Le besó la frente cariñosamente.
-Esta vez te dejaré ganar- ella sonrió antes de volver a colocar su rostro en su pecho. Lo abrazó fuertemente, depositando dulces besitos en el musculoso pecho.
-Gaara…- lo llamó
-¿Mmm?- musitó
-…
-¿Matsuri?- preguntó al no recibir respuesta. El motivo de que no recibiera respuesta, era porque Matsuri se había quedado profundamente dormida, pronunciando su nombre entre sueños. Era lógico que terminara cansada por todo ese ejercicio, y ahora que lo pensaba, él también comenzaba a sentirse exhausto- Buenas noches, mi amor- unas dulces palabras que no se atrevía a decírselas cuando ella estaba despierta; sólo cuando dormía era capas de decírselas. Había que admitirlo, aun no estaba completamente domado. Recuperarse de un doloroso pasado no era tan fácil, pero ella cicatrizaba cada una de sus heridas día a día. Besó la castaña cabellera, para después sumergirse él también en un profundo sueño…
CONTINUARA...
Bien, que les parecio?? jeje lo se lo se soy una pervertida... y si lo soy jejej espero que les haya agradado... la siguiente parte es un momente entre padre e hija.
Cidense mucho y espero subir pronto la conti nwn