A strange... love?

Desde siempre… Alice había sido una mascota, la palabra libertad... Nunca conoció el verdadero significado de ella, nunca lo vivió… No recuerda quienes fueron sus progenitores, lo único material que posee de ellos es un pequeño anillo que siempre lleva consigo en su dedo corazón de la mano derecha. La pequeña coneja americana no llevaba más de una semana desamparada en una Isla Paradisiaca, siendo alguien que no era ella… ¿Y cómo ocurrió todo esto? Pues les explicaré un poco el pasado de esta pequeña coneja.

Desde su nacimiento, fue criada por sirvientes en una gran casa en Inglaterra, lo poco que se sabía de los padres biológicos de Alice, es que era americanos y dejaron a la pequeña recién nacida a su suerte, en una pequeña canasta envuelva por una sabana de color blanco. Fue gracias a un par de sirvientes, que escucharon el llanto de la niña, lo que les alertó y buscaron el origen de aquellos desesperados llantos dejando de lado sus deberes. Hasta que, uno de ellos encontró la pequeña canasta de mimbre con la infante en su interior y sin dudarlo estos dos sirvientes llevaron a la recién nacida ante su amo, el cual se conmovió ante la presencia de la pequeña peli-morada, por lo cual decidió dejar a cargo de su crianza a las sirvientas que estaban a su servicio.

Y de esta forma, los años fueron pasando rápidamente y junto a ello, Alice crecía también de forma rápida, aprendiendo rápidamente los tipos de responsabilidades que cargaba, que debía hacer y hasta como debía de comportarse delante de otras personas, en resumen, poseía un comportamiento prácticamente perfecto. Y así con su conducta perfecta, Alice pasó a ser una de las sirvientas favoritas de aquel hombre. Con el tiempo este particular hombre trató a la coneja más que a una amiga, la trató como si fuese una gran amiga de él, invitándola a tomar el té con él, e incluso a las comidas, por lo que ambos formaron un lazo muy fuerte de amistad. Hasta que cierto día el millonario cayó gravemente enfermo, viviendo desde ese entonces 4 intensos meses con solo suero y claramente la coneja peli-morada siempre le acompañaba y cuidaba de él, hasta que le llegó su hora… Finalmente falleció tras aquellos meses de lucha por seguir con vida, los cuales fueron inútiles…

No pasaron más de dos días de los funerales y Alice fue tomada por un par de guardaespaldas los cuales la guiaron a un extraño vehículo de color blanco, dejando aquella mansión solo con los sirvientes que estaban al servicio de su recientemente fallecido “amo”. Estos hombres vestidos de negro, le entregaron a la chica ropas de varón y le dijeron que la llevarían a una particular isla de ensueños haciéndose pasar por un chico ¿Por qué? Simplemente aquel hombre no quería que nadie tocase a Alice… Y siguiendo estas indicaciones, la pequeña de ya 17 años, se adentró en un mundo nuevo… completamente sola…

Y así es como llegamos a lo que Alice actualmente vive, sola, sin nadie que la apoye y con un rumbo incierto… siendo alguien de su sexo opuesto, una tarea muy difícil tarea y más para ella, pero si aquello fue una petición de él, no podía negarse…

Alice se aburría en demasía en su habitación, y que es ahora en donde se quedaba, era un pequeño hotel donde se quedaban seres como ella, esperando a ser adoptados por alguien con muchos ingresos económicos. “Andrey” era su nombre masculino, un poco extraño, pero era del agrado de la coneja, le sonaba a como un ángel… Suspiró pesadamente y se levantó de golpe de la cama, observando aún de forma extrañada sus vestimentas a las cuales aún no se había acostumbrado del todo, y consistían en una camisa blanca holgada, pantalones oscuros que de por si le quedaban largos y anchos, y una campera de color azul oscuro con un gran gorro que siempre traía por sobre su cabeza para que la gente no viera sus finas facciones femeninas y la vieran raro. Se aventuró a salir del lugar y recorrer un poco aquella Isla, conociendo un poco más su nuevo entorno en donde viviría de ahora en adelante.

Salió tranquilamente de aquel edificio que emanaba una pinta a hotel, lo vio fijamente desde fuera, para que luego a la vuelta, no se pierda y sepa cuál es el edificio al cual ingresar. Una vez ubicó el lugar al cual debía dirigirse, escogió un camino al azar, ni idea de donde se había metido, pero estaba cerca de un pequeño bosque, se detuvo en medio de su caminar, observando atentamente por entre medio de los troncos de aquellos arboles, levemente frondosos, lo único que se veía hacia adentro eran más árboles. Alice, posó suavemente su dedo índice derecho sobre su mentón, analizando la posibilidad de entrar ahí o no, pero al final, sus curiosos instintos le dijeron que entrara a aquel “bosque” a explorar un poco.

Apenas entró al bosque, se sacó el molesto gorro de la campera, dejando sus largas y blancas orejas de conejo al aire, miró por su izquierda, por su derecha y finalmente hacia el frente… no sabía por dónde ir a explorar, lo que decidió tomar un camino en diagonal a un paradero desconocido, pero Alice, confiaba tanto en sus habilidades de orientación, que decidió simplemente arriesgarse. Treinta minutos o un poco más, fue lo que pasó de tiempo desde que la peli morada ingresó al bosque, ya comenzando a cansarse del mismo panorama de árboles por todos lados, hasta que no pasaron muchos minutos después, que un poco más delante de donde ella se encontraba, se observaba un claro, no estaba segura, pero le parecía escuchar el claro sonido de agua cayendo, por lo que tomó un poco de aire, lo exhaló, y corrió hasta salir de tanto árbol hasta aquel claro. La luz que ingresaba al lugar, encandiló la vista de la joven por algunos segundos, por acto reflejo, había puesto sus manos en sus ojos, frotándose estos levemente, una vez logró recuperar su visión, observó a su alrededor, viendo que el agua que había escuchado antes, era una gran cascada que terminaba en un hermoso y gran lago… Simplemente se maravilló de aquella belleza… Sus orbes morados, siguieron viendo todo el lugar, hasta que se topó con algo fuera del “ambiente”, un joven de cabellos blanquecinos, de un buen físico y tez levemente pálida se encontraba en el sitio… pero la particularidad de este personaje, es que no llevaba prenda de vestir alguna sobre su musculoso cuerpo, estaba totalmente desnudo parado frente a aquel lago, dándole la espalda a ella. Las mejillas de Alice, no tardaron nada en ponerse rojas de la vergüenza, apenas se dio cuenta, observó a aquel peliblanco voltearse a donde se encontraba ella, no quería que la viera, de seguro la tomaría por una stalker o una pervertida, por lo que rápidamente se fue a esconder detrás de un árbol, su corazón se aceleraba, pensaba en lo peor, sus mejillas se mantenían de un intenso color carmesí, pidiendo internamente no ser encontrada por aquel muchacho, pero debido a la necesidad de esconderse, no se había dado cuenta que hizo un poco de escándalo entre los arbustos, llamando la atención auditiva del joven, viendo a sus alrededores, pensando que posiblemente había sido un animal.

Una vez pasaron un par de minutos, el joven se acercó a la zona de los árboles, donde había dejado su ropa sobre una rama levemente caída de un árbol y curiosamente, este árbol estaba cerca de donde escondía nuestra pequeña Alice, el joven aún sin darse cuenta de lo que estaba pasando, tomó como si nada su ropa, comenzando a colocársela, Alice, sin haberse dado cuenta, se había olvidado por completo colocarse el gorro de la campera, lo que dejó sus largas orejas de conejo al aire, una de sus orejas, caía levemente hacia un lado, lo cual delataba la ubicación de la peli morada. El joven apenas terminó de vestirse, se dio cuenta de aquel detalle, deduciendo finalmente que aquel ruido lo había provocado el portador de tan particulares orejas. Se rió suavemente, suspirando levemente para luego decir.

- Sé que estás ahí ¡Deja de esconderte! Que no te morderé – Mencionó, con un tono seguro, para hacer sentir un poco más de seguridad a la pequeña coneja. Alice, apenas escuchó la voz del joven recordó lo de sus orejas, escondiéndolas rápidamente bajo el gorro de aquella campera, tragó un poco de saliva poniéndose más nerviosa que antes, no sabía que hacer, si dejarse descubrir o simplemente huir… Pero decidió ser valiente, y aclaró levemente la garganta, tratando de sonar como varón, aún no dejando su “escondite” – Vaya, me has descubierto ¿Eh…? – Mencionó tratando de no sonar nerviosa y de que aquel joven, se tragara la mentira de que era un chico, luego de unos pocos segundos, decidió salir de su escondite, con las manos en los bolsillos y con su mirada levemente fija en el suelo – Siento haberme escondido… - Mencionó suavemente, el joven observó fijamente a la coneja, sus ropas un poco holgadas… Se acercó a la chica, quedando frente a ella, tomó a la coneja del mentón haciendo que le vea fijamente a los ojos, Alice, fue tomada por sorpresa, miró con un poco de susto al peliblanco, clavando su mirada en la de él algunos segundos… hasta que finalmente reaccionó y apartó de manera un poco brusca la mano ajena - ¡Oye! ¿Qué te crees que haces? – Reclamó, manteniendo su leve tono masculino, alejándose un par de pasos del joven.

Ante las acciones de la coneja, el albino simplemente se rió levemente respondiéndole de forma relajada – Vaya, vaya, lo siento muchacho, no fue mi intención – Llevó su mano izquierda por detrás de su nuca acariciando levemente esta zona – Mi nombre es Anthony, un gusto – Se presentó, extendiendo su diestra frente a la coneja, la cual un poco anonadada, decide corresponder a aquel apretón de manos mientras se presentaba – Mi nombre es Andrey… el gusto es mío – Respondió viendo fijamente el apretón de manos, dándose cuenta, de que se había dejando las uñas levemente largas, dejando claramente sus manos más femeninas, apenas Anthony soltó su mano, Alice escondió su mano dentro del bolsillo de la campera, el chico, no era tan tonto, sabía que “Andrey” se traía algo entre manos, además de notar su mano bastante suave, demasiado como para ser la mano de un chico… - Vaya Andrey, tienes unas manos muy suaves, me recuerdan a las de mi ex novia – Bromeó el albino, Alice no rechistó nada, seguía con su mirada en el suelo. Apenas la coneja se dio cuenta, estaba cayendo el atardecer y debía volver antes de que anochezca al hotel – Disculpa, ya debo retirarme, debo volver a donde vivo – Dijo de manera un poco apresurada. Anthony, se extrañó un poco, y le dijo:

– Oye Andrey, ¿Y si te llevo a casa? Ando en bicicleta, digo, es más rápido que ir caminando – Le dijo, Alice, no podía negarse, debía llegar rápido y este chico tenia la pinta de conocer bien la Isla – Si, está bien, si no es molestia, vivo en ese hotel donde venden… pets – Susurro suavemente, Anthony, solo le dio la espalda y caminó, Alice le siguió el paso hasta que en menos de un minuto se encontraban en el camino principal de arena de la Isla, el peliblanco, se sentó sobre su bicicleta, dejando esta bien parada, para luego tomar esta de los manubrios y dejar parte del asiento libre para su “acompañante”, Alice se subió y se afirmó fuertemente de la cintura del joven, escondiendo sus manos de la vista de él.

El camino fue silencioso, hasta que llegaron al hotel, Alice se bajó rápidamente de la bicicleta y le dio las gracias al peliblanco, y entrar al hotel, Anthony por su parte, se quedó un buen rato afuera del sitio, observando a cada momento la entrada… una idea empezó a asomarse por su mente… Tomó nuevamente su bicicleta y se dirigió a casa, analizando en silencio, aquella pequeña idea que le vino a la cabeza…

Una mañana nublada, Alice, estaba tumbada en su cama, boca abajo, recordaba lo que había pasado hace algunos días atrás, con aquel muchacho… Anthony… ese nombre se quedó grabado en la memoria de la peli morada durante todos esos días, su rostro… no se explicaba cómo podía recordar aquel rostro a cada momento. Soltó un suave suspiro, a punto de quedarse dormida en la comodidad de su cama, hasta que los sutiles pasos, de alguien que usaba tacones altos, despertó el sentido de la audición de Alice, abriendo un solo ojo intentaba ver de reojo la puerta de la habitación, la cual compartía con otros 3 chicos que compartían la misma situación de “pet” que ella, en ese momento, estaban solo ella y otro compañero que se dedicaba a hojear lentamente una revista, los pasos se detuvieron cerca de la puerta de la habitación, luego, se escuchó suavemente el pequeño rechinar de la puerta al abrirse, por esta, se asomó una bella mujer de cabellos castaños

– Andrey, vienen a adoptarte, solo fue por el día, así que procura venir al anochecer como hiciste hace unos días, ¿Vale? No es necesario que lleves tus cosas, te esperan.

Luego de aquellas palabras, la mujer le dedico a cerrar con lentitud la puerta, como si tratara de evitar perturbar el silencio reinante del ambiente.

A los pocos segundos, “Andrey”, se levantó con pesadez de la cama, soltó un sonoro bostezo, se arregló un poco sus vestimentas y se dirigió a la puerta, se despidió de su compañero con un ademán de su mano alzada, moviéndola un poco de un lado hacia otro, cerró la puerta detrás de sí misma, metió ambas manos a los bolsillos de aquel polleron holgado y se dirigió al vestíbulo, donde la esperaría su nueva “ama”.

Por ahora nadie le había adoptado desde la llegada a la isla, pero sin querer, escuchaba las conversaciones de sus compañeros, donde algunos, apenas llegaban a su nuevo hogar, eran toqueteados por sus nuevas amas, algo bastante osado… y pervertido. Alice, rezaba porque esta fuese tranquila, no tanto quizás, pero no hasta llegar al punto extremo de ser muy tímida o ser una violadora en potencia (?).

Una vez llegó a su destino, el vestíbulo estaba vacío, la mujer de cabellos castaños estaba sentada en la recepción de color blanco, limándose las uñas, cuando sintió la presencia de la pet le dijo.

- Ah, Andrey, ya llegaste – Mencionó mientras se levantaba de la silla y se acercaba a Alice – Anthony, acaba de llegar Andrey .

- ¿A-anthony? – Preguntó la coneja, bastante confundida –

Luego de aquella pregunta, en un asiento no muy lejano, estaba el, Alice se quedó helada ¿Qué pretendía hacer adoptándola durante el día? Varias ideas, ideas variadas, otras no muy “sanas” desfilaron en su mente, mil razones que no terminaban de convencer a la pequeña coneja.

- Andrey – Escucho decir, seguido de un chasqueo de dedos que se hizo presente en frente de sus ojos, era Anthony - ¿Aún estas durmiendo? – Preguntó de forma burlesca y se dirigió a la recepcionista – Muchas gracias, ya nos vamos, no se preocupen, que yo le traeré de vuelta.

- Esta bien. Muchas gracias Anthony – Mencionó alegre la recepcionista, mientras tomaba a Alice de un hombro y la empujaba levemente, a señal de que ya tenía que espabilarse e irse.

Alice, por su parte, aún no salía de su “shock”, luego de que Anthony le hablará por primera vez, espabilo un poco, dejándose empujar por la castaña, apartó con suavidad la mano de la mujer y caminó hasta la puerta acompañada del peliblanco. Una vez afuera, Alice se detuvo hasta estar a unos metros lejos de la puerta, su paso a medida que avanzaban, se hacía cada vez más lento comparado con el paso de su acompañante, hasta que finalmente se detuvo, Anthony, iba a mencionar algo, pero al percatarse de que su “compañero” no estaba a su lado miró hacia atrás, viendo que este simplemente se había detenido mirando el suelo.

- ¿Andrey? ¿Te sientes bien? – Preguntó, acercando unos escasos pasos a la muchacha vestida de varón – Siento si llego así de la nada y te pido por el día, necesitaba pedirte un favor – Mencionó, un poco… ¿Nervioso? Quizás, pero no era la palabra más acertada.

- ¿Y cuál es ese favor? – Preguntó de forma fría, seca cortante, denotando la supuesta molestia que sentía, en parte era cierto, pero por otro lado no le molestaba mucho en lo absoluto.

- Pues a ver… ¿Cómo empiezo? – Se preguntó a sí mismo, temía un poco el rechazo del “muchacho”, pero debía hacerlo o si no capaz se cabrearía por tanto rodeo… - Bueno en realidad ahora solo te solicité para preguntarte, ya que no estaba seguro de encontrarte antes de la fecha – Explicó, mientras se picaba levemente su mejilla derecha con el dedo índice, con una sonrisa levemente nerviosa en sus labios – Pues bueno, en unos 10 días más, tengo una fiesta, pero no una fiesta cualquiera, sino una de bodas… - Susurró lo último, mientras le hablaba a su compañero, por su mente ya se imaginaba que cara iría a poner o que cosa la iría a hacer.. – Y pues eso, como deberás de suponer no tengo pareja, y no tengo amigos con quienes ir, y pues eso, ¡Te quería invitar a aquella fiesta! – Terminó exclamando, se estaba preparando para correr, ya que debía suponer que estaría listo para ello (¿)

- ¿U-una… fiesta de boda!? – Preguntó sorprendida, hasta casi pierde su tono masculino que debía de mantener… ¿Cómo coños se le ocurriría invitar a un chico? – Oye, oye… eso es... raro… ¿Sabes? Digo, podrías haber adoptado a una chica de buena presencia… ¡Linda! No a un chico como yo… - Quería decirle más, pero no sabía cómo expresarlo, la verdad, es que no quería herirle mucho o sonar muy brusca – O si pensarán que estas pateando para el otro lado… - Pensó, pero, luego de decir aquello, otra idea, mucho más descabellada que las anteriores… se paseo en grande por su mente… ¿Acaso era… homosexual? Eso sería lo último que le pasaría…

- ¡Oye! Claro que no pateo para el otro lado – Le dijo de inmediato, aclarándole el panorama – La verdad es que quiero un acompañante varón porque quiero, además, con alguna chica cerca mío no podría mirar a las demás invitadas… - Lo último lo mencionó de forma un poco pervertida… Alice no sabía si era mejor que fuese gay o que fuese un jodido pervertido… - Y contigo, mi buen amigo, miraremos hermosas muchachas toda la noche y quizás ligamos un poco ¿Qué tal, eh? – Finalizó, pasando su brazo por detrás del cuello de la muchacha, dejando su rostro a una altura con el rostro de ella.

Alice quedo congelada, ahora no sabía si golpear al peli blanco o huir del sitio, antes de que descubra que es chica en verdad y que cosas raras le haga. Mantenía sus puños cerrados, y sin darse cuenta, estaba empezando a “gruñir” con levedad, era un pervertido y de los buenos (?). Sin aguantarlo mucho, le dio un puñetazo un poco fuerte en una de las costillas del peliblanco, tratando de alejarle mientras retrocedía un paso.

- ¡Y-yo no me fijo en eso! ¡Pervertido! – Gritó de forma nerviosa, tratando de no salirse de su “papel”, Anthony solo se reía por la reacción de la joven mientras se sobaba el lugar donde había recibido el golpe.

- Ya, ya lo siento, muchacho – Decía entre pequeñas risas el peliblanco, mientras se acercaba a “Andrey” y le acariciaba la cabeza –Era una broma, y bueno ¿Qué me dices? ¿Me acompañarás?

- Esta bien, pero cuidado con andar haciendo cosas raras, si las haces hazlo lo más lejos posible de mi vista – Mencionó, mientras comenzaba a caminar sin previo aviso –

- Ya, ya… es solo una broma – Mencionó mientras le seguía el paso a su “compañero” – Y ah si, aprovechando que estamos aquí y tenemos el resto de la tarde, vamos a ver un traje ¿Vale? – Dijo, adelantándose un poco al muchacho.

- Bueno, creo que sí.

Una vez dicho aquello, se dirigieron a una tienda, una joven (Parecía una menor de edad en apariencia física) recibió de forma bastante amistosa a Anthony, daba la impresión de que ya se conocían de antes. Era delgada, poseía el cabello bastante corto por sobre los hombros de un color grisáceo con un flequillo y de tez blanca casi pálida y de unos ojos oscuros.

- Bueno Andrey, ella es una gran amiga mía, su nombre es Yue – Abrazo a la muchacha de forma cálida, hasta eran de una estatura con Andrey – Y Yue, el es Andrey, es una de las mascotas de ese edificio de más allá y el posible compañero que te había dicho – Mencionó con una gran sonrisa en su rostro.

- U-uhm… un gusto señorita Yue – Se reverenció levemente la coneja, cuidando que de que su cabello no se diera a ver.

- Un gusto Andrey, y no hace falta tanta formalidad – Se rió suavemente la joven de cabellos grisáceos con un suave rubor en sus mejillas – Bueno he de suponer que ya vienen a comprar sus trajes ¿No es así? – Preguntó viendo a ambos muchachos.

- Pues así es pequeña Yue, Andrey tú debes de saber tu talla, por lo que puedes ver un traje de tu gusto, yo lo compraré así que no te fijes en el precio ¿Vale? – Le dijo ya un poco más serio, mientras se ponía cerca de la caja registradora para seguir platicando con Yue mientras le daba tiempo a Alice de escogerse un buen traje de etiqueta.

Alice solo asintió ante el comentario del peliblanco, escogió unos tres trajes de colores distintos y formas, Yue cuando vió que ya había escogido algunos trajes y “ANdrey” estaba listo para cambiarse y probarse, le indico con su dedo índice al fondo de la tienda, un notorio cartel de madera con letras café oscuro decían “Probadores”, Alice asintió con la cabeza y se dirigió ahí, notando que ahí había un pequeño pasillo con probadores que solo poseen la cortina roja corrediza, un espejo que cubría la pared contraria a la cortina y una pequeña banca a un lado con unos colgadores para dejar la ropa, el lugar era un poco amplio y estaba bien iluminado. A cada lado del pasillo habían tres vestidores, dando a una totalidad de 6, Alice, un poco desconfiada del peliblanco, se fue a uno de los últimos probadores.

Una vez entró, se despojó de sus vestimentas, hasta quedar con la ropa interior, las únicas vestimentas femeninas que traía puestas. Se probó un traje… pero… después de recordar el tema… ¿Cómo iba a esconder su rostro…? ¿Su cabello? Alice de un momento a otro se puso tensa, no sabía que hacer ¿Cómo seguir con esto? Lo único que se le ocurría era un poco de maquillaje quizás y un buen corte de cabello… Una vez se probó el segundo traje, seguía pensando en que cosa hacer, se miraba el cabello constantemente, lo acariciaba…

Cuando ya se terminó de sacar el traje, y quedó nuevamente en ropa interior, se probó distintos “estilos” de cortes que le podrían quedar bien para seguir pareciendo chico, o si no, pedir “prestado” un gorro que cubra su cabello y que vaya de acuerdo al color del atuendo claro estaba. Estuvo varios minutos pensando muchas posibilidades, pero ninguna parecía fiable a largo plazo… Unos pasos se escuchaban, dentro del pasillo, Alice no los tomó en cuenta, pensó, que Anthony también se probaría algunos trajes, pero… su sorpresa fue mayúscula, cuando vió en el reflejo del espejo, que nada más ni nada menos el mismo Anthony estaba detrás de ella, con la cortina completamente abierta… Se quedó estática… ¿Ahora qué excusa pondría? No estaba segura en decirle la verdad…